Ursula von der Sánchez
Aviados vamos si esperamos que nos defienda de los abusos del PSOE una política que ha comprado todo el credo «progresista»
En un osado rapto de incorrección política, un amigo, que no simpatiza precisamente con el régimen, me comenta riéndose: «Uy, Von der Leyen, ¡con qué ojitos mira a Peter y su planta de galanzote latino! Con esa tía no tenemos nada que hacer...».
Ciertamente no es un análisis político muy sofisticado. Pero me temo que en el fondo le acompaña la razón: aviados vamos si esperamos a que Ursula von der Sánchez le dé un toque al Gobierno español por la reforma constitucional encubierta con que está debilitando nuestra democracia. Sin embargo, la razón de esa inhibición no estriba en la aparente buena química entre ambos. Atiende más bien a razones ideológicas.
Si Orbán, los polacos o Meloni, defensores de la tradición y el legado cristiano, hubiesen cometido solo la mitad de las barrabasadas que ha perpetrado Peter, Bruselas les habría aplicado presto unos buenos capones correctivos. Pero si se trata de la izquierda española, barra libre, porque en realidad Ursula von der Sánchez comparte el grueso del credo «progresista» de Mi Persona.
Sobre el papel, la presidenta de la Comisión Europea es una militante de la CDU, que fue ministra en todos los gabinetes de Merkel. Luterana y madre de siete hijos, con una estética que parece sacada de un fotograma de Sonrisas y lágrimas y descendiente de una ilustre familia, Ursula encarna a primera vista a una conservadora alemana clásica. Nada más engañoso.
Nació en Bélgica, pasó su infancia en Bruselas y su padre fue uno de los primeros altos funcionarios europeos, antes de convertirse en presidente de la Baja Sajonia. Ursula estudió en Londres y tras graduarse en Medicina vivió varios años en Estados Unidos. Es una mujer cosmopolita, que habla perfectamente tres idiomas, y una defensora ardiente de avanzar hacia los «Estados Unidos de Europa». En los temas morales se desmarcó varias veces de su partido, por ejemplo, apoyando el matrimonio homosexual y la adopción por parte de parejas gais. Durante su etapa como ministra de Asuntos Sociales, Mujeres y Familia, sus reformas merecieron críticas del ala diestra de la CDU y de prelados católicos.
Von der Sánchez es también feminista y en su día promovió en Alemania –sin éxito– cuotas obligatorias de mujeres en los consejos de administración. Por último, comparte también la nueva seudo fe obligatoria: el credo verde. Nada más tomar posesión en la CE, Ursula anunció que en su programa primaría «el feminismo, el ecologismo y el europeísmo». También ha apoyado la persecución fiscal a las eléctricas. Todo es puro Peter.
Los destrozos del Gobierno de socialistas y comunistas solo pueden pararse en las urnas o en los tribunales. Si esperamos por Von der Sánchez, podemos acabar despertándonos en un futuro próximo en un país roto y con un autócrata contemplándose arrobado en un espejo de la Moncloa.