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Agua de timónCarmen Martínez Castro

A pesar de todo, feliz Navidad

Desde que Sánchez llegó al poder nuestro PIB per cápita ha crecido apenas 260 euros cuando en la media de los países de la Unión Europea el incremento ha sido de 1.550 euros

Actualizada 02:05

Antes de que Irene Montero entrara en nuestras vidas con su obsesiva guerra de sexos España era el quinto mejor país del mundo para ser mujer. En ese Índice Global de Paz y Seguridad de las Mujeres, que elabora anualmente la Universidad de Georgetown, hoy ocupamos el puesto número catorce. No parece que esta vertiginosa caída de nueve puestos en solo tres años se deba a una conjura del machismo internacional contra nuestra aguerrida ministra sino a las implacables consecuencias de haber sustituido la solvencia por la pura demagogia: la propaganda va por un lado y la realidad por otro camino muy distinto. Lo mismo ocurrió con la malhadada ley de 'solo sí es sí': lo que se nos vendió como un avance histórico para la protección de las mujeres ha resultado ser una rebaja generalizada de penas para sus agresores.

Desde que Pedro Sánchez llegó al poder nuestro PIB per cápita ha crecido apenas 260 euros cuando en la media de los países de la Unión Europea el incremento ha sido de 1.550 euros. Pedro Sánchez y sus ministros nos bombardean sin descanso con el «raca raca» del escudo social pero el hecho cierto es que en estos años Eslovenia, Estonia, Chipre o Malta nos han ido superando en renta por habitante. A ellos también les golpeó la pandemia, pero al igual que el resto de países europeos ya han conseguido superar sus efectos económicos. Nosotros probablemente no lo lograremos ni en el inmediato 2023. En esas circunstancias ver a Nadia Calviño presumir de nuestro crecimiento económico resulta tan patético como ver al último corredor de una carrera celebrar con entusiasmo su llegada a la meta mientras el resto de competidores ya está en la ducha.

La moción de censura contra Rajoy se justificó en 2018 por la supuestamente intolerable corrupción. Curiosamente con aquel gobierno España estaba entre los veinte países de mayor calidad democrática del mundo según el índice de The Economist. Entonces estábamos catalogados como una democracia plena, pero después de cuatro años de gestión de Pedro Sánchez ya estamos considerados como una democracia defectuosa y nos han relegado cuatro puestos en el ranking. No quiero imaginar hasta dónde nos van a degradar cuando se enteren de que el delito de malversación ha sido derogado parcialmente o que el Gobierno prepara una ocupación a la polaca del Poder Judicial y del Tribunal Constitucional.

A nadie le puede extrañar el deterioro progresivo que reflejan estos datos, si el independentismo ha conseguido llevar a Cataluña a la decadencia económica y social, lo natural es que haga lo propio con el conjunto de España desde el momento en que Sánchez les convirtió en amos y señores de nuestra política.

Disfruten de estas fiestas, cuiden a sus familias e intenten que la política no les amargue las celebraciones, pero si hay que discutir de política con algún cuñado sanchista, mejor hacerlo con datos. Feliz Navidad a todos.

No ha sido una maldición divina. Ha sido la consecuencia inevitable de tener al gobierno más incapaz en el momento en el que más se necesitaba.

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