Que te vote Txapote
Los ofendiditos de Sánchez no se ofenden con las chulerías de Otegi, los homenajes a etarras y la impunidad abertzale
Anda ofendido el sanchismo por la célebre frase que mejor resume su quinquenio negro, ese «que te vote Txapote» ya memorable que serviría para completar este artículo sin añadir ni una palabra de más.
Unos dicen, desde los micrófonos amigos, que el lema en cuestión rebasa «líneas rojas» y otros, encabezados por la versión hiperventilada de Patxi López, que fue lehendakari gracias al PP, ponen su aorta al borde del estallido muy molestos por la crítica, con claro riesgo de ponerlo todo perdido de horchata.
No defenderé al paisano que, en una conexión en directo con TVE, soltó por esa boquita lo más grande contra Sánchez, aunque tiene cierta gracia el boicot barrial de un tipo corriente a otro de esos programas presuntamente públicos privatizados por Moncloa: si se hubiera ahorrado los improperios, limitando su gesto a repetir la frase sin más adjetivos y con algo de solidaridad con el pobre reportero, se hubiese ganado un aplauso ya imposible.
Pero también lo dijo Ayuso y, ahora, lo suscribo yo: «Que te vote Txapote, Sánchez». Y le añado algunos nombres más, para que no se quede el pobre hombre con menos papeletas en las urnas que Putin en unos comicios en Ucrania: que te voten también Griñán, Otegi, Conde Pumpido, Junqueras, Puigdemont, Maduro y el violador del chándal.
Lo hiriente no es la frase, sino que tenga todo el sentido. Sánchez ha logrado investiduras, presupuestos y leyes gracias a una alianza con la nueva Batasuna, con Podemos y con ERC que, desde el minuto uno, ha pervertido todo atisbo de decencia, sentido común, humanidad y justicia.
Y lo ha hecho pagando un precio inasumible para la memoria democrática, la estabilidad constitucional y la salud del Estado de derecho: ha derogado delitos al dictado de los delincuentes; ha indultado a golpistas y liberado a terroristas en complicidad con el PNV; ha acosado a los poderes independientes con fraudes constantes y ha criminalizado toda disidencia legítima para blanquear a sus asociados indecentes.
Txapote es el asesino material de Miguel Ángel Blanco: fue el tipejo que le disparó en la nuca, en medio de un bosque, tras torturarlo durante 48 horas de martirio nacional. No se le conoce arrepentimiento alguno.
Tampoco de los crímenes que perpetró o ayudó a perpetrar contra Gregorio Ordóñez, Fernando Múgica, José Luis Caso o Manuel Zamarreño, entre tantas otras salvajadas que merecieron condenas conjuntas de 152 años de cárcel.
Hoy está en el País Vasco, trasladado por una decisión política de este Gobierno, que primero transfirió las competencias penitenciarias al PNV y después se saltó los informes de sus prisiones de origen, contrarios a concederles el régimen de semilibertad que ya en casa, con ese apaño, obtienen sin problemas.
Otegi lo dejó claro con otra frase que no ofende a los ofendiditos, como tampoco les molestan los ongi etorris, los ospe eguna ni ninguna de las bravatas abertzales: «Presos por presupuestos».
Y como Sánchez tomó nota, aceptó el negocio y está cumpliendo con su parte, a costa de lo que haga falta, solo nos queda el humilde recurso de responderle con un sentido, reiterado, justificado y digno «que te vote Txapote». Y su padre, también.