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Desde la almenaAna Samboal

Pablo era Pedro

Creíamos que era Pablo el que ponía en la diana a los profesionales de la información. Y al parecer, lo suyo sólo eran las rabietas propias del niño mimado

Actualizada 01:30

¡Qué razón llevas, presidente! Muchos periodistas hemos estado mucho tiempo equivocados. Llegamos a creerte cuando nos dijiste que a Otegi no le darías ni agua, que no podrías dormir si pactabas con Iglesias. Lo hicimos porque, aunque sabemos que la realidad tuerce a menudo las promesas de todo candidato, hay líneas rojas que nunca traspasa. Y, si se atreve a pisarlas, tras él hay un partido, un pacto tácito con la sociedad, que le obliga a volver atrás. Muchos llegamos a pensar que el garrafal error estratégico de Ciudadanos te echó inevitablemente en brazos de un Podemos deslenguado, radical y peligroso al que el poder amansaría, cuando no el abrazo del hermano mayor. Hemos llegado incluso a decir que, una vez en la Moncloa, te veías obligado a ceder, de cuando en cuando, a las exigencias de un socio de coalición liberticida y antisistema para garantizar la estabilidad. ¡Qué equivocados hemos estado!

Tras cada iniciativa del Consejo de Ministros, tras cada ley, ha estado tu mano. Fuera el que fuera el ideólogo, sin tu dedo pulgar hacia arriba, jamás hubieran salido adelante. Eres el responsable último de los pactos que el PSOE ha suscrito con Bildu y con Ezquerra. Eres el que ha clausurado ilegalmente el Parlamento que nos representa. Eres el que, aprobando por primera vez en democracia un estado de alarma inconstitucional, nos ha mantenido durante meses encerrados. Eres el que ha gobernado a golpe de decreto, con el fin de silenciar el veredicto de los órganos consultivos y maniatar en sus funciones al Congreso, convertido, merced a la falta de voluntad de su presidenta, en esbirro de tus deseos. Eres el que, tras llenarte la boca criticando Mariano Rajoy por esconderse tras una pantalla de plasma, has intentado ahogar la libertad de expresión de los ciudadanos compareciendo ante las cámaras sin admitir preguntas o convocando contadas ruedas de prensa en las que, en el mejor de los casos, sólo has accedido a contestar dos o tres cuestiones.

Este miércoles, has buscado la ovación de los tuyos agitando el fantasma de Trump y Bolsonaro. Sólo te ha faltado decirles que tú, Pedro, encarnas el espíritu de Biden. El problema, presidente, es que tus métodos se asemejan cada vez más a los del pelirrojo. Un día, firmas la concesión de miles de millones en publicidad institucional para las empresas propietarias de medios de comunicación. Y, al siguiente, ensoberbecido, herido por la crítica, desorientado al comprobar que los ciudadanos han dado la espalda a tu cesarismo, pones en cuestión a los periodistas. Sí, algunos estábamos equivocados. Creíamos que era Pablo el que ponía en la diana a los profesionales de la información. Y al parecer, lo suyo sólo eran las rabietas propias del niño mimado. Eras tú el que se escondía tras su coleta.

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