Sánchez, desaparecido en la campaña
Sea como fuere, y por más que Martín intentara matizar sus palabras más tarde, la realidad que queda en evidencia en esta hora es que en el PSOE está implantada la cultura de blanquear a los asesinos. Y hacerlo con infamias. No paramos de mejorar
Cuando ayer vi a Pedro Sánchez presentar la Presidencia española del Consejo de la Unión Europea me hizo pensar que lleva más de una semana desaparecido de la precampaña electoral. Y a mucha gente le asusta no saber qué estará tramando. Qué golpe de efecto prepara para reactivar su candidatura a la Presidencia del Gobierno. Después del disparatado arranque socialista de la campaña, con los videos contra el PP recordando desgracias de hace dos décadas como el Prestige o el Yak-42, Sánchez tuvo la idea de proponer debates semanales con Núñez Feijóo. Su histerismo quedó probado sin posibilidad de discusión. Y después de eso ha ido desapareciendo de la escena salvo en actos institucionales, mientras que, en un hecho sin precedentes en nuestra historia, ha puesto a hacer campaña electoral a alguien que no es candidato: Nadia Calviño. Lo que provoca la hilaridad incluso de su compañera en la Vicepresidencia del Gobierno, Yolanda Díaz. Y es comprensible porque poner a pedir el voto a quien no lo quiere para sí es más propio de una película de los hermanos Marx. Y aunque la marcha de la economía no es el punto más débil de este Gobierno, tampoco es para tirar cohetes. Y convendría que el PP prestara un poco más de atención a ello porque el PSOE se ha agarrado al discurso económico como su último salvavidas.
Decíamos días atrás en estas páginas que algunas intervenciones de destacados socialistas deberían ser más difundidas porque yo creo que contribuyen muy sensiblemente a que el voto del centro y la derecha se movilice y se descarte el riesgo de dormirse en los laureles. El caso de José Luis Rodríguez Zapatero el pasado lunes en COPE creo que es paradigmático. Pero, inasequibles al desaliento, ayer vimos un nuevo ejemplo en la persona de alguien casi desconocido para el común de los votantes. Su nombre es Francisco Martín, lo que no debe decir mucho al votante de a pie. Pero hoy ejerce –por unas semanas– un cargo que en estos tiempos es relevante: delegado del Gobierno en Madrid. Y en su primer desayuno informativo ha tenido el valor de afirmar que lo hecho por Bildu en favor de la democracia en los últimos tiempos es más que lo realizado por el PP y Vox. Con un par y la bandera de Tafalla.
Si un estratega del PP se pusiera a imaginar cómo lograr que el PSOE cometiera más errores en la campaña electoral, jamás intentaría provocar los que está perpetrando el sanchismo porque son, simplemente, impensables. Después de los costes que ha tenido Bildu para los candidatos socialistas en toda España en las elecciones municipales y autonómicas es el propio PSOE el que vuelve a sacar la polémica. ¿Creerá que va a blanquear a Bildu? Y este Martín no es un recién llegado. Antes del cargo que ejerce en este momento fue secretario general de la Presidencia del Gobierno. Es decir, era la mano derecha de Félix Bolaños, que tampoco pasa ya por sus mejores momentos.
Sea como fuere, y por más que Martín intentara matizar sus palabras más tarde, la realidad que queda en evidencia en esta hora es que en el PSOE está implantada la cultura de blanquear a los asesinos. Y hacerlo con infamias. No paramos de mejorar.