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Agua de timónCarmen Martínez Castro

Nuestro Mélenchon sonriente

José Luis Rodríguez Zapatero está dándolo todo en esta campaña donde se la juega su más depurada criatura política

Actualizada 01:30

Yolanda Díaz, esa Mélenchon vestida de Dior, según definición magistral de Alfonso Guerra, se está quedando sin espacio, que en política es tanto como quedarse sin oxígeno. Ha montado su plataforma electoral, ha liquidado a Irene Montero e inmediatamente ha desaparecido del mapa. Sus fichajes son ilustres desconocidos y nadie presta atención a sus propuestas. Solo Feijóo se ha acordado de ella para enredar en las negociaciones de su cara a cara con Pedro Sánchez.

Además, a Yolanda Díaz le ha salido otro peligroso competidor en su mismo espacio político; otro Mélenchon patrio que, a diferencia del estilo desabrido del francés, luce sonrisa perenne y engañosa. Si Sánchez miente con las palabras y Yolanda con los estilismos, José Luis Rodríguez Zapatero lo hace con esa sonrisa amable que, en realidad, esconde una política radical y divisiva; significa el Pacto del Tinell, el frentismo y el embrión de lo todo lo que nos ha traído Pedro Sánchez. José Luis Rodríguez Zapatero, nuestro Melechon sonriente, está dándolo todo en esta campaña donde se la juega su más depurada criatura política. El expresidente despliega un entusiasmo tan generoso con Sánchez como con Cristina Fernández de Kirchner o más recientemente con Gustavo Petro. Asegura Zapatero, con otra tropa de radicales de izquierda, incluidos el auténtico Mélenchon o el prenda de Jeremy Corbyn, que los escándalos de corrupción de Petro y sus problemas políticos no son producto de sus torpezas sino de una conspiración y un supuesto «golpe blando» perpetrado por la Justicia y los medios de Colombia. Evidentemente, Zapatero aún no se atreve a repetir en España este tipo de críticas a las instituciones de Argentina o Colombia, pero todo es cuestión de tiempo. De momento ya se ha adjudicado para sí mismo y en exclusiva el final de la banda terrorista ETA.

El Rodríguez Zapatero de los cinco millones de parados cuenta con la memoria de pez de la sociedad y la complicidad de algunos medios para pontificar con una autoridad moral de la que carece. A él le debemos que los actuales problemas económicos nos parezcan irrelevantes, porque cualquier crisis resulta irrelevante frente a 5 millones de parados, un 9 % de déficit –sin pandemia–, y 100.000 millones de euros en facturas si pagar.

Sus compañeros le prohibieron presentarse a las elecciones de 2011 porque hundía la marca del PSOE y ahora que sus compañeros huyen de Sánchez por el mismo motivo, él se ofrece como voluntario para reivindicarse a sí mismo como padre espiritual del gobierno Frankenstein.

Mucho están tardado los estrategas de Ferraz en convocarte a ese plató que han montado en la sede del partido a mayor gloria de Pedro Sánchez. ¡Qué entrevista nos estamos perdiendo entre estos dos «máquinas» del socialismo español!

–José Luis, explícanos ¿cómo hiciste para llegar a los cinco millones de parados?

–¡Ay, Pedro! ¡Ojalá se me hubiera ocurrido a mí el truco de los fijos discontinuos! Pero es que tú eres un visionario.

Y así toda la conversación. Uno sin escrúpulos, el otro sin pudor.

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