¿Qué pretende Zapatero?
El discurso de Zapatero en San Sebastián fue propio de quien se ha tomado alguna sustancia no muy común. Vamos, de las que no te dan en el bar de la esquina porque ni tomándote varios destilados se dice la sarta de estupideces que allí enuncia el expresidente
Una de las muchas sorpresas de estas elecciones está siendo el papel estelar de José Luis Rodríguez Zapatero. Un expresidente que, como creo haber dicho anteriormente, no tuvo los bemoles para presentarse a la reelección en 2011. No lo comparen con José María Aznar, que desde su llegada al poder sostuvo que no estaría más de dos mandatos. Zapatero no se presentó porque sabía lo que le esperaba: mayoría absoluta del PP de Mariano Rajoy. Haber concurrido y obtener ese resultado hubiera sido demasiada humillación.
Siendo así las cosas, ¿por qué ha reaparecido en escena doce años después y en un momento en que pinta mal para su heredero político? Me anticipo a aclarar que no tengo una respuesta segura a la pregunta que yo mismo me planteo. A mí me ha sorprendido que haga más apariciones electorales que Sánchez. Que los expresidentes vivos participen en actos de campaña, especialmente en elecciones generales, no tiene nada de extraño. En este momento los expresidentes vivos son Aznar y Rajoy en el PP y Felipe González y Rodríguez Zapatero en el PSOE. No tenemos noticia de que González vaya a intervenir, aunque parece ser que se lo han pedido con insistencia para tapar la fuga de votos por el centro. En el PP Aznar y Rajoy han participado varias veces en la campaña, aunque de ninguna manera han robado el protagonismo a Feijóo. Pero en el PSOE Zapatero ha tenido más intervenciones con público en la campaña que Aznar, Rajoy y Sánchez sumados. Algo verdaderamente memorable.
El discurso de Zapatero en San Sebastián fue propio de quien se ha tomado alguna sustancia no muy común. Vamos, de las que no te dan en el bar de la esquina porque ni tomándote varios destilados se dice la sarta de estupideces que allí enuncia el expresidente: «El infinito es el infinito». Cierto. Y el tonto es tonto. «El universo es infinito. No cabe en nuestra cabeza». Cierto. En mi cabeza no cabe ni el universo ni mi barrio de Chamberí. No sea usted tan galáctico. «Pertenecemos a una especie que es absolutamente excepcional. Que no la hay en ningún sitio del universo». Acabáramos: Zapatero nos ha descubierto en un mitin de campaña que el hombre sólo existe en la Tierra. No paramos de mejorar…
Podríamos seguir glosando las palabras del expresidente en la capital donostiarra, mas por pudor prefiero contenerme. Lo que no puedo dejar de mencionar es que tras dos minutos de naderías como éstas el modesto número de asistentes en un salón cerrado lo ovacionó. Y no pude dejar de pensar en los rebaños de ovejas con los que, a instancia de Rosa Díaz, se ilustra a los seguidores de Sánchez en el gran documental El Autócrata. Una visión obligatoria.
Y sigo sin tener una respuesta a la pregunta con la que encabezo esta columna: ¿qué pretende Zapatero? O, dicho de otra forma, ¿qué rédito quiere sacar de tanta presencia mediática después de tanto tiempo oculto en sus negocios? Hay una primera deducción a la que es muy fácil llegar: desde el entorno gubernamental se le han abierto muchas puertas para actividades lucrativas que nunca son muy claras. Todos conocemos empresas que ha creado y consejos de administración en los que está José María Aznar. El despacho de Mariano Rajoy como titular del Registro Mercantil número V de Madrid es de conocimiento público. Y ¿qué hace Zapatero por el mundo? ¿Cómo afectaría el cambio de Gobierno a sus intereses personales?
Pero hay otra opción: que Sánchez se despeñe el 23 de julio dejando el partido completamente descabezado. Y que en ese momento quiera Zapatero volver como única solución. Él, que tanta culpa tuvo en todo lo que hemos padecido. Y, sinceramente, no sé qué sería peor: un PSOE dirigido por Sánchez o uno encabezado por Rodríguez Zapatero. Pegarnos un tiro o tirarnos por la ventana.