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Pecados capitalesMayte Alcaraz

Admirada Lola Herrera, por esto votan las mujeres a Vox

No quiera verse frente a un Mario de pensamiento distinto arengando sobre el mismo ataúd

Actualizada 01:30

Apunto de cumplir 90 años y con la fértil biografía de Lola Herrera, una de nuestras actrices más brillantes, es natural decir lo que a uno le plazca sin componendas ni ambages. Pero quizá por el respeto que me merece doña Lola, cuyas Cinco horas con Mario dejaron una huella en mí que dura casi cinco décadas, me voy a permitir reflexionar sobre una duda expresada recientemente por la soberbia intérprete en el programa La Noche de TVE, adonde acudió a promocionar su obra Camino a la Meca. Como es marca de la casa, los conspicuos representantes del mundo del cine y el teatro aprovechan siempre una ventana de oportunidad para ilustrarnos con su ideología –como si le hiciese falta para que les admiremos–, levantando así un muro, a mayor gloria de Pedro, entre ellos y la mitad de los españoles que no piensen como les gustaría, pero que son también aquellos que les dan de comer cuando van a gozarlos sobre las tablas o en una sala de cine.

Realmente la conversación en la tele pública discurría por la historia de la escultora sudafricana que narra la nueva obra que estrena en Madrid. De la libertad de la gente mayor para tomar sus propias decisiones. Decía mi admirada Herrera que le «interesaba hablar de la vejez desde el teatro porque somos unos marginados los viejos». Un mensaje universal, interesante, acertado y profundo. Pero era imposible que se quedara ahí. Como muchos de sus compañeros, tenía que demostrar su progresismo impostado y su intolerancia con los que no tienen su pensamiento único. Y profirió una pregunta retórica: «¿Por qué votan a Vox las mujeres? Votan contra ellas mismas, contra sus propios derechos».

Con humildad, procedo a apuntarle algunas razones. Permítame, doña Lola:

¿Será porque la defensa de la mujer no es patrimonio de la izquierda, sino una coartada para implantar una ideología nociva precisamente para los derechos femeninos? ¿Será porque el discurso de los progres solo persigue imponer en el mundo libre una nueva religión laica, el feminismo, mientras cierra los ojos a las políticas criminales contra las mujeres en países islamistas por cuyas creencias se muestran sospechosamente respetuosos? ¿Será porque el nuevo feminismo de la extrema izquierda anula el sexo biológico para defender que un señor con bigote pueda declarase mujer con solo acercarse al Registro Civil? ¿Será porque la necesaria lucha contra la violencia machista ha degenerado en una industria plagada de chiringuitos públicos donde hocican amiguetes de los socialistas? ¿Será porque las mujeres que dicen apoyar nuestros derechos han sido cómplices de abusos, acosos y ejercicios de machismo baboso en sus propios partidos y han callado como muertas? ¿Será porque las nuevas defensoras de la mujer han trepado a puestos de responsabilidad política gracias al medro conyugal? ¿Será porque mientras nuestras abuelas, madres y nosotras mismas batallábamos contra la discriminación con nuestro esfuerzo y tomando el ascensor social para mejorar la situación en casa y enorgullecer a nuestros padres con una primera carrera universitaria en la familia, las begoñas e irenes de la vida progresaban tomando atajos maritales? ¿Será por todo eso, doña Lola, que las mujeres ya no tragan con tanta mentira, doble moral e indecencia?

Nunca he entendido qué mecanismo mental les hace a ciertos personajes del espectáculo creer que a los demás nos interesa lo que piensen o que pueden verter su bilis sobre potenciales clientes de su arte. Almodóvar, Bardem, Víctor Manuel, Toledo o Tosar son maestros en la materia. Pero ser una actriz sublime, como Lola Herrera, no le da derecho a sentar cátedra con media docena de clichés comunistas a insultar a media España que ha archidemostrado en las elecciones que no traga el hipócrita discurso pijoprogresista.

Defienda el teatro doña Lola, a los mayores, a su soledad no deseada y a esa formidable profesión que consiste en olvidarse del ser íntimo para asumir la vida de otros y emocionar al mundo. Como cuando empezó en Radio Valladolid siendo adolescente y se curó de una dislexia para terminar poseyendo una de las voces que mejor acaricia nuestro oído y nuestra lengua. En eso usted es una reina. No lo estropee. No quiera verse frente a un Mario de pensamiento distinto arengando sobre el mismo ataúd.

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