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Enrique García-Máiquez

Inspección Técnica de Políticos

Si hace falta un carnet de conducir para llevar un coche, qué menos que otro para conducir, con el volante del voto, una nación

Actualizada 01:30

Allá por 2016, cuando Esquerra Republicana presentó una proposición de ley para que se pudiese votar a partir de los 16 años, propuse al PP –con la ingenuidad de la juventud– que, en vez de cerrarse en banda, contraatacase. ¿Por qué no proponían el carnet de votante, que podría sacarse a partir de los 16, sí, con un sencillo examen? Ya presentarse demostraría las ganas efectivas de participar. Luego, se preguntaría lo elemental sobre la historia de España, el Estado de Derecho, el déficit público, la división de poderes y la Constitución. Podría incluso imitarse el sistema por puntos, que se perderían por delitos y faltas, y que resultaría aplicable a todos los votantes, no sólo a los nuevos. Si hace falta un carnet de conducir para llevar un coche, qué menos que otro para conducir -con el volante del voto- una nación.

He querido subrayar la fecha para que no parezca que es una idea nueva, fastidiado por los resultados de las últimas elecciones. Jamás rajo del cuerpo electoral. Prefiero analizar las estrategias de comunicación y los programas de los políticos. Arremeter contra los votantes es excusa de mal pagador. El trabajo de los partidos es convencerles con una dosis de pedagogía que ha brillado por su ausencia, como se ve.

Aunque algunas nociones básicas nos vendrían muy bien a todos los votantes, he recordado el carnet ahora porque, viendo la situación empantanada del Estado, se me ha ocurrido un paralelo. ¿Arbitrar un carnet de político profesional con unos contenidos también muy simples, pero claros y distintos? Tampoco les vendría nada mal, y más de uno no se lo sacaba a la primera.

Sin embargo, yo veo mucho más urgente una ITP, o sea, una inspección técnica de políticos, como la de los coches, que los políticos tendrían que pasar cada año. Está bien que impulsen su programa ideológico y tal, pero tendrían que demostrar unas condiciones técnicas objetivas sin el cual no se puede conducir un país.

La metáfora automovilística va como una moto. Puedes dirigir tu vehículo adonde quieras, pero siempre con los frenos a punto, la suspensión revisada, los cinturones de seguridad seguros, la presión de los neumáticos correcta y las luces sin fundir. Por seguridad vial, ajena y propia.

La ITP debería ser igual. Todo gobernante de cualquier partido estaría obligado a mantener los niveles de paro, como si fueran los de aceite del motor, en los de la media de la Unión Europea. También habría que poner freno a la inflación. Los índices de paz social, esto es, de delincuencia y de conflictividad no deberían recalentarse. La emisión de deuda pública no podría contaminar nuestro futuro del mismo modo que nuestro motor debe cumplir estrictamente unos límites de emisión de gases contaminantes. Yo incluiría que los datos reales de nuestra educación estuviesen como mínimo a la altura de los de la OCDE. La dirección también la revisaría: la prioridad tendría que ser el bien común y no el interés personal o partidista.

Se me ocurren más ejemplos, pero quisiera dejar holgura para que ustedes añadiesen sus indispensables y tampoco quiero abrumar a los políticos. Bastan unos

pocos requisitos técnicos indispensables y ya que ellos lleven legítimamente a cabo sus políticas según sus principios. La sensación, sin embargo, es que en España no se preocupa nadie por los aspectos objetivos y que la política va como un coche sin frenos, sin luces, sin papeles.

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