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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Las cosas de Anita

Falleció Franco y el Rey impulsó la transición a un régimen democrático. Anita Belén ya era una jovencita que cantaba muy bien y disfrutaba de la libertad que nunca le faltó

Actualizada 01:30

En el franquismo, el cine español era mejor que el de ahora. Confluyeron muchos talentos en la realización y la interpretación. Y los productores arriesgaban su dinero, sin herir los bolsillos de los contribuyentes. En La Moraleja, que era un campo de mi familia, se rodó Viridiana, un auténtico coñazo de Luis Buñuel, y tuve la oportunidad de asistir a muchas sesiones del rodaje cuando era un niño. Los dueños de La Moraleja eran los Ussía, y mi padre el presidente. También, por su matrimonio con una hermana de mi abuelo, mi tío el general Jaime Milans del Bosch y del Pino, y su hijo, el entonces comandante Jaime Milans del Bosch y Ussía. Y todos acordaron atender la petición de Buñuel, que no era precisamente de la cuerda de la familia. Y no le cobraron ni un duro. Lo escribo para callar vocecitas.

En aquel cine español, había cuatro niños mimados. Pablito Calvo, Joselito, Marisol y Anita Belén. Cuando dejaron de ser niños mimados del franquismo, los niños se dedicaron a sus cosas y las niñas se hicieron comunistas. Pablito Calvo había interpretado Marcelino Pan y Vino, el precioso cuento de José María Sánchez-Silva, que arrasó en las taquillas. De Marisol sólo vi una película. Un sábado por la tarde, con una novia efímera pero muy condescendiente, fuimos al cine. Nuestra intención –creo recordarlo– no era otra que ver 55 Días en Pekín. Y voy a justificar mi interés. En La Moraleja, Samuel Bronston, el productor, había alquilado tres de los primeros chalés de la urbanización para Charlton Heston, David Niven, y Ava Gardner. Una tarde, Bronston y los tres actores principales, se presentaron en casa de mis padres para agradecerles su hospitalidad. Charlton Heston nos pareció un simpático caballo. David Niven, un señor simpatiquísimo y con un gran sentido del humor, y Ava Gardner, la mujer más guapa del mundo mundial. Y bebedora. Se zampó ella solita dos botellas de Marqués de Riscal.

Así que, con mi novia efímera, intentamos ver la película de Bronston, pero no había localidades. Lo cierto, es que el objetivo cimematográfico no era el principal. Queríamos hacer manitas y carantoñas en la oscuridad. Y descubrimos – creo que en el Palacio de la Música– el enorme cartel de Marisol rumbo a Río. En la taquilla, pedí un par de localidades «en la última fila», y la taquillera, sonriente, nos puso en situación. «Se pueden sentar en la fila que quieran, porque sólo he vendido veinte localidades». Un sábado por la tarde. Y cumplimos con nuestro principal objetivo.

De Anita Belén no puedo escribir, porque sus películas de niña no coincidieron con novias efímeras y condescendientes. Pero interpretó muchas películas en aquellos años tan «peligrosos» para ella.

Falleció Franco y el Rey impulsó la transición a un régimen democrático. Anita Belén ya era una jovencita que cantaba muy bien y disfrutaba de la libertad que nunca le faltó. De ahí mi disgusto cuando he visto un corte de una entrevista que le han hecho en la cadena 24 Horas, que según tengo entendido, gestiona RTVE. Y me he quedado pasmado al saber de una revelación espeluznante. Viví la transición y no me enteré de nada. Dicho por Anita Belén textualmente. «En la Transición asesinaron a mucha gente por salir a manifestarse. La extrema derecha funcionaba ahí como un reloj».

Si ella lo dice, sus razones tendrá. Pero en la Transición la extrema derecha sólo tuvo responsabilidad en un crimen brutal. El de los abogados de Atocha. Los asesinos fueron juzgados y condenados. Los que asesinaron a más de 800 inocentes en la Transición, los años de plomo, fueron los etarras que hoy blanquean los comunistas y pactan con Pedro Sánchez. Para mí, que Anita Belén no ha crecido intelectualmente. Puedo entender que una comunista sienta más simpatía por la ETA que por sus víctimas, niños incluidos. Me lo dijo Arrabal en ABC la noche que recibió el «Cavia» de manos del Rey Juan Carlos: «No te olvides de que la ETA, antes que independentista, es comunista». Arrabal los conocía muy bien porque había sido comunista. Pero se me antoja que Anita, además de una mentirosa, es mala persona. Nadie queda vivo de los tiempos de las guerras de Cuba y Filipinas. Pero somos millones los supervivientes de la Transición. Y decir que la extrema derecha asesinó a muchos españoles por manifestarse, además de una falsedad que supera la vileza más abyecta, es una imbecilidad propia de una sectaria mimada durante el franquismo, la transición y la democracia.

Entiendo que ocuparse de los tontos no tiene recorrido. Pero lo de Anita supera la decrepitud de la mente más hueca. Y la maldad.

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