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Ojo avizorJuan Van-Halen

El hombre de confianza

El caso Koldo compromete a la presidenta del Congreso, a dos ministros, a un exministro, y a varios dirigentes de alto rango en el organigrama de Ferraz. No es casual ni raro

Actualizada 01:30

En la Mafia había un personaje que no era sólo asesor o guardaespaldas; lo llamaban consigliere. Un cometido con altibajos y cambios de fortuna. Lucky Luciano fue consigliere de Giuseppe Masseria, luego se lo cargó y se convirtió en consigliere de su sucesor, Salvatore Maranzano, al que a su vez sucedió cuando ordenó su asesinato un año después. Normalmente las sucesiones se producían por defunción. Los consigliere tenían fama de inteligentes y sus consejos eran sabios.

Por esta exigencia de sabiduría no puedo considerar consiglieres a Koldo, el de Ábalos, ni a Tito Berni, ni a Cerdán, sino hombres de confianza. Su movilización de neuronas es escasa. Ni siquiera Ábalos, que es maestro de primaria y se recuerda que impartió clase tres meses en un colegio de Cuart de Poblet. Tito Berni cursó FP en la rama administrativa. Cerdán también cursó FP en electrónica. Ninguno es conocido por sus especialidades sino por sus cargos. Cerdán, al que Sánchez encargó nada menos que la negociación con Puigdemont, acaba de proclamar que el PSOE llegó para acabar con la corrupción del PP. Olvida que la sentencia que amparaba la moción de censura de Sánchez fue manipulada por un juez como dejó clara una nueva sentencia de instancia superior. El único partido, como tal, condenado por corrupción en España es el PSOE.

Koldo, el hombre de confianza, fue portero del puticlub pamplonés Rosalex, y por su amistad con Cerdán aterrizó en Madrid y en Ábalos, convirtiéndose en el acompañante permanente, chófer, y, por ello, hombre de confianza, del entonces ministro de Fomento y luego de Transportes. De paso, Koldo colocó a su esposa en el Ministerio y fue nombrado consejero de RENFE, generosidad que no entendió Raquel Sánchez, sucesora de Ábalos, que ordenó expresamente su cese; no tenía experiencia previa alguna. Koldo, en un desplante mafioso, amenazó al alcalde de León, José Antonio Díez: «Ten cuidado, tengo tres años para joderte».

Koldo era para Sánchez «un gigante de la militancia, un referente en la lucha contra los efectos de la crisis y las políticas de la derecha». Y todo porque custodió, como hombre de confianza, sus avales ante las primarias socialistas. Tienen fotos entrañables juntos. Sánchez no utiliza la verdad; miente. Fue vergonzoso que en su comparecencia periodística en Rabat como presidente del Gobierno de España incluyese un ataque mentiroso, sabiendo que lo era, contra Isabel Díaz Ayuso sobre un tema archivado por la fiscalía española y la europea.

Este nuevo caso de corrupción recuerda al que se considera el más grande ejemplo de la corrupción política española: los ERE de Andalucía. El caso Koldo compromete a la presidenta del Congreso, a dos ministros, a un exministro, y a varios dirigentes de alto rango en el organigrama de Ferraz. No es casual ni raro. Recuérdese la última legislatura de Felipe González. En el PSOE es un problema sistémico; es su modo de funcionar, su estado natural. No es una cuestión de caraduras y tramposos. Ahora habrá que saber qué se hizo con las mordidas. Igual que auguro sorpresas cuando la UE, y de paso los españoles, sepamos de una vez el uso de los fondos europeos asignados a España. Hasta ahora hay oscurantismo. Es de lo primero que te hablan en Bruselas.

Tito Berni está en la calle, y lo está Koldo, y, ya sentenciado, lo está Griñán, por enfermedad. Ese comprensible beneficio no lo disfrutó Zaplana que padecía el mismo grave problema de salud. Ahora veremos si se investiga a todos los dirigentes socialistas que actuaron a través de la misma empresa pantalla: Soluciones de Gestión y Apoyo a Empresas S.L, que generó muchos millones de euros en comisiones por contratos directos y sin publicidad. Y que se investiguen las decisiones de Salvador Illa, y el encargo del ministro Grande-Marlaska.

A Sánchez le llega este grave problema en un mal momento político y personal. Pero él está a lo suyo: viaje a Rabat, carantoña con el Rey moro y, de paso, anuncio de una ayuda de 45.000 millones de euros a Marruecos en los próximos años. Los vamos a pagar usted, lector, yo, y el vecino. Y, mientras, sin barcos ni vehículos para la Guardia Civil. ¿Qué letal información para Sánchez contenía su móvil? Mohamed VI le manda. El otro mandamás es Puigdemont. Sánchez obedece, y así nos va.

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