Riesgo y pasión de Chaves Nogales
Las nueve novelas breves de A sangre y fuego suponen la visión sobrecogedora, valiente, sin concesiones, de una hora terrible de España, contada con un estilo directo, pulcro y atento al detalle
Ayer lunes el tema era el resultado de las elecciones del domingo en Galicia con la quinta mayoría absoluta sucesiva del PP, la subida del marxismo-leninismo independentista (así se definen ellos) del BNG, el hundimiento a sus peores resultados históricos del PSOE, la irrupción de un partido provincial, Democracia Ourensana, cercano en su tierra al PP, y el cero patatero de Podemos, Sumar y Vox; esto último era lo previsto por observadores que fuimos descalificados por ello desde el optimismo ingenuo de sus palmeros. Seguro que no se plantean sus errores y nadie pensará dimitir. Sánchez tampoco. Hoy el tema deberá ser otro si huimos de la repetición. Ya habrá tiempo para el análisis sosegado, sobre todo cuando se conozca el voto exterior que, de cambiar algo, podría suponer un escaño más para el PP en Orense o Pontevedra.
Vuelvo en estas líneas a la presencia de personalidades literarias que admiro. Leí a Manuel Chaves Nogales en la adolescencia. En la biblioteca de mi padre encontré la primera edición de El maestro Juan Martínez que estaba allí publicado por Estampa en 1934. Es un relato «vivido». Realmente Juan Martínez, bailarín de flamenco, existió. Chaves Nogales lo conoció en París y le contó su peripecia durante la guerra civil que sucedió a la revolución rusa de octubre de 1917. Es una narración de hechos reales como lo es toda la obra de este excelente escritor y periodista.
Las obras de Chaves Nogales no se reeditaron en España hasta los años setenta del pasado siglo, y alguna de ellas, como A sangre y fuego. Héroes, bestias y mártires de España, hasta 2001. La primera edición es de 1937 en la editorial chilena Ercilla en la que un año y medio después publicará Pio Baroja Ayer y hoy, páginas de memorialismo ambientadas en la guerra civil, con recuerdos de sus primeros días en Vera de Bidasoa, su breve detención y su exilio voluntario en París.
Si tuviese que elegir dos escritores-periodistas de aquella época no dudaría en citar a Josep Pla y a Manuel Chaves Nogales. Por galanura literaria sin barroquismos ni opulencias, por preferir lo vivido a lo ficticio, por haber buscado la autenticidad en un tiempo difícil. Releo de Chaves Nogales A sangre y fuego, título a mi juicio desacertado por manido. Su editor norteamericano (la traducción es de 1937) lo tituló «Heroes and Beasts of Spain», mientras la edición de Londres-Toronto, de 1938, apareció como «And in the distance a light». Es probablemente el texto más relevante que se haya escrito sobre la realidad de la guerra civil.
Chaves Nogales fue un intelectual liberal y republicano, celebrado por obras como La vuelta a Europa en avión. Un pequeño burgués en la Rusia roja, La agonía de Francia, y Lo que ha quedado del imperio de los zares. Periodista puntero, ganó el «Mariano de Cavia» en 1927 por un artículo sobre la llegada a Madrid de Ruth Elder, la primera mujer que cruzó en solitario el Atlántico en avión. Fue redactor-jefe de Heraldo de Madrid y primer director de Ahora, el diario cercano a Manuel Azaña del que se sentía políticamente próximo. Y dio muestras de ecuanimidad e independencia: fichó a Unamuno, a Baroja y a Maeztu como colaboradores.
Asqueado por la crueldad de la retaguardia se exilia en París cuando el Gobierno republicano abandona Madrid instalándose en Valencia. «En mi deserción pesaba tanto la sangre derramada por las cuadrillas de asesinos que ejercían el terror rojo en Madrid como la que vertían los aviones de Franco asesinando a mujeres y niños inocentes». Su visión del futuro sobrecoge: «El resultado final de esta lucha no me preocupa demasiado. No me interesa gran cosa saber si el futuro dictador de España va a salir de un lado u otro de las trincheras».
Chaves Nogales se dedica en París a lo que sabe: escribir. Trabaja en L’Europe Nouvelle y en Cooperative Press Service y colabora en periódicos iberoamericanos. Es cuando escribe A sangre y fuego, y mantiene su pensamiento: «Mi única y humilde verdad era un odio insuperable a la estupidez y a la crueldad; es decir, una aversión natural (…) al pecado contra la inteligencia». Ecuanimidad, independencia, y talante liberal que Marañón, también exiliado en París, consideraba «la tercera España», no fueron bien recibidos por los unos ni por los otros.
En 1940, con las tropas alemanas amenazando París, avisan a Chaves Nogales: su nombre figura en una lista de la Gestapo. En la entrevista que le concedió en su día Goebbels consideró al dirigente nazi «grotesco e impresentable». Apresuradamente se traslada a Londres mientras su mujer y sus hijos regresan a España. No se volverían a encontrar. En Londres recuerdan sus obras traducidas al inglés y consigue introducirse en el periodismo británico. Escribe una columna en el Evening Standard y dirige The Atlantic Pacific Press Agency además de colaborar en la BBC. Cuatro años más tarde, en 1944, muere de peritonitis en un hospital londinense, solo y cansado, antes de cumplir 47 años. Había escrito en el prólogo de A sangre y fuego: «He querido permitirme el lujo de no tener ninguna solidaridad con los asesinos. Para un español quizá sea éste un lujo excesivo. Se paga caro, desde luego. El precio, hoy por hoy, es la Patria».
Las nueve novelas breves de A sangre y fuego suponen la visión sobrecogedora, valiente, sin concesiones, de una hora terrible de España, contada con un estilo directo, pulcro y atento al detalle. Son novelas que tienen vida –y muerte– detrás. Aconsejo leer esta obra que provoca en el lector no pocas reflexiones. Es la verdad de un hombre que adoptó la independencia y la ecuanimidad frente a la estupidez y la crueldad de los extremismos. Fue su riesgo y su pasión.
- Juan Van-Halen es escritor. Académico correspondiente de la Historia y de Bellas Artes de San Fernando