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Lo importante del asunto, lo que está científicamente demostrado, es que el «running», antaño «jogging» o «footing», es un ejercicio innecesario rebosado de peligro y riesgo. De lo que hay que escribir para no mencionar a Begoña Gómez.
Un viejo amigo, no tanto como yo, ha sufrido un infarto cuando corría entre los encinas y pinos de El Pardo. Se lo tenía advertido. Correr es malísimo para el corazón, aunque muchos médicos opinen lo contrario. A partir de determinada edad, el ejercicio físico más saludable es el de ascender por los peldaños de una escalera de biblioteca para consultar un libro ubicado en la zona más alta de la estantería. O pasear, eso tan aburrido. Aquí en el norte, hay muchos aficionados al ciclismo de fin de semana. Produce dolor contemplar sus esfuerzos, sobre todo en los ascensos. Pedalean con titánico ardor y apenas se mueven. Me refiero a los ciclistas aficionados que han elegido el padecimiento del fin de semana sin trampas ni cartón. Otros se mueven sobre bicicletas con motor. Superan las cuestas con el motorcillo en marcha y se lanzan en los descensos con absurda velocidad. El motivo está en la sílaba final «ing». Cuando éramos jóvenes, algunos de nosotros practicaban el «footing». Posteriormente, el «footing» perdió adeptos en beneficio del «jogging», que es lo mismo que el «footing», y a su vez, lo que en España siempre se ha entendido por correr.
Pero el «jogging» ya no priva, y ahora se denomina «running». El «footing», el «jogging» y el «running» no son otra cosa que correr en poquito inglés.
Un amigo de Sánchez ha quebrado Correos. El gran humorista Evaristo Acevedo, una de las glorias de «La Codorniz» fue cartero hasta que pudo vivir de sus colaboraciones periodísticas y libros. Autor de dos secciones geniales –gracias a sus comentarios–, en la desaparecida revista de humor, «La Cárcel de Papel» y la «Comisaría de Papel». Recordaba Evaristo, hombre pudoroso y tímido, que le avergonzaba acudir como cartero a los hogares particulares para llevar las cartas a domicilio. «Se trataba de una incitación sexual y pecaminosa. Pulsaba el timbre de la puerta, se la abrían, se identificaba como cartero y la señora de la casa se fijaba en la plaquita que llevaba sobre la tetilla izquierda con este estímulo provocativo: «Correos». Quizá, la doble interpretación del lenguaje es la que ha estimulado que el hecho de correr se haya amparado en la lengua angloamericana. Así, el maduro hombre de la casa, con su chándal carmesí y sus zapatillas de deporte le anuncia a su mujer. «Me voy a hacer «jogging», con el fin de evitar la frase de doble interpretación: «Mi amor, me voy a correr un poco».
Pero lo importante del asunto, lo que está científicamente demostrado, es que el «running», antaño «jogging» o «footing», es un ejercicio innecesario rebosado de peligro y riesgo. En las urbanizaciones, hacer «running» equivale a correr apresuradamente, a toda pastilla, cada vez que el maduro ejercitante es perseguido por un perro con evidentes –Wodehouse–, deseos de mutilación. Y según mis noticias, es lo que le ha sucedido a mi amigo en su malogrado «running». Vestía una camiseta naranja fosforescente – sucedió en la atardecida–, y pasó excesivamente cerca de un jubilado que sacaba a su perro a pasear. Ante la visión luminosa del corredor, el perro, con toda la razón del mundo, se enfureció, y acompañando su carrera de gruñidos persiguió a mi amigo hasta que éste, sintió ahogos y cayó al suelo. El perro, con gran nobleza, al contemplar a su enemigo de decúbito prono sobre la pinaza, abandonó a su víctima y fuése hacia su amo, que en premio a su persecución, le proporcionó un par de galletas energéticas para que persiguiera al siguiente corredor, que abundan en aquella zona. Los perros ignoran que el hecho de correr por correr, se llame «footing», «jogging» o «running». Para ellos, un ser humano que corre es un malhechor que huye, y van a por él.
A Dios gracias, he hablado por teléfono con mi amigo deportista, se encuentra bien, y el médico le ha recomendado, después de una temporada de reposo, una hora de paseo cada día. –¿Paseo o «paseing»?–, Ha preguntado mi amigo que no sabe inglés. –Mejor «paseing», que es más elegante. Y si es posible, proceda al «paseing» por el pasillo de su casa–.
De lo que hay que escribir para no mencionar a Begoña Gómez.