Sánchez y Napoleonchu banalizan el genocidio
Sánchez y Napoleonchu ponen la política de Estado al servicio de su partido en unas elecciones en las que su único objetivo es su propia supervivencia política
El proceso electoral que hoy concluye en las urnas puede tener dos resultados antitéticos: que el Gobierno de España consiga consagrar la más absoluta banalización del término genocidio empleado con fines electorales –y espurios– o que los españoles sumen esta causa al cobro que deberían pasar al sanchismo por la deriva que tiene España en el escenario internacional.
Primero fue el disparate de reconocer un Estado que no existe, que ya de por sí es un dislate sin igual, para seguir atrayendo al PSOE el voto de extrema izquierda que ya tiene en sus listas el destino natural de la izquierda que representa el populismo de Venezuela, Nicaragua o la Colombia de hoy –y bien que me duele decirlo. Fue una iniciativa grave que podía traer consecuencias, pero nada como la de esta semana sumándose a la iniciativa de Suráfrica contra Israel en la Corte Penal Internacional. Hay ya diez Estados de la Unión Europea que reconocen al Estado de Palestina. Sólo España e Irlanda han escogido este nefasto momento para hacerlo, después del ataque de Hamas con voluntad de exterminio de un pueblo. Ninguno de esos diez estados se ha sumado a la demanda de Suráfrica en la CPI. España cuenta en esta iniciativa, y juzgue usted si estos son los países con los que quiere ver asociada a su patria, con unos aliados que dan mucho que pensar y concluir. El más honorable de todos es Malasia, que ya es decir. Los países de más relación con España son lo mejor de Iberoamérica: la Venezuela de Maduro, la Nicaragua de Ortega, la Cuba de los Castro sin los Castro, la Colombia de Petro, el Brasil de Lula, la Bolivia heredera de Evo Morales… más países como Pakistán, Maldivas o Bangladesh. Lo mejor de las democracias y el Estado de Derecho en el mundo. A esto llevan Napoleonchu y Sánchez a España. Ésta es nuestra compañía. ¡Ah! Los árabes. Esta historia se deriva de que hemos reconocido a un «estado árabe». ¿Qué países árabes se han sumado a la denuncia contra Israel en la Corte Penal Internacional? ¿Arabia Saudí? ¿Egipto? ¿Marruecos? ¿Jordania? Ni uno, oiga. Es que ni uno. Ni siquiera Qatar de quien tantos tienen sospechas (fundadas) de que es uno de los grandes amparos de Hamas. Lo único que ubico en ese jardín es… ¡Argelia! Un país que casi no nos habla desde que cambiamos de posición en el Sahara. Y que tampoco va a dar las gracias a Napoleonchu por esto. Pleno al quince. Vaya pelotazo.
Hasta ahora España se había convertido en una penosa nota a pie de página –también en este espinoso asunto– por el reconocimiento del inexistente Estado de Palestina. Pero eso no es nada comparado con el daño perpetrado con esta iniciativa disparatada de Sánchez y Napoleonchu que ponen la política de Estado al servicio de su partido en unas elecciones en las que su único objetivo es su propia supervivencia política. Puede haber elementos de crítica a la política de Benjamín Netanyahu y de hecho hay manifestaciones en Israel contra él y su Gobierno. Nunca he visto una manifestación contra Hamas en Gaza. Pero Napoleonchu debería hacer hoy mismo una gestión para sacar en sus televisiones a alguno de los dirigentes opositores israelíes dando las gracias a España por esta iniciativa judicial. A ver qué consigue. Esto nos lo van a poner en el debe durante generaciones.
Volvamos al principio. Nuestro Gobierno y sus aliados hablan de una causa por genocidio cuando ni siquiera la Corte Penal Internacional contempla esa causa, sino crímenes de guerra. ¿Da igual una cosa que otra? ¿Qué patética farsa juega España en nuestro nombre? Sánchez y Napoleonchu banalizan el genocidio, algo indigno para la historia de España. Y hoy hay que votar.