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El astrolabioBieito Rubido

La corrupción no tiene castigo

Es inquietante, cuando menos, que una parte notable de los españoles sigan votando al sanchismo de manera acrítica

Actualizada 10:48

Hay varios hechos incontrovertibles que ocurrieron ayer: el PP ganó por más de cuatro puntos porcentuales, aunque la renta en escaños fue escasa; Feijóo cuenta por victorias todas las elecciones desde que dirige a los populares, a excepción del País Vasco y Cataluña; Europa gira claramente a la derecha. Si no, que se lo pregunten a Macron.

Habrá que repensar, por tanto, muchas cuestiones en las políticas comunes, si tenemos sensibilidad a la hora de escuchar los clamores que la ciudadanía está elevando a la clase política. A partir de estos hechos que admiten escasas discusiones, podemos deslizarnos por todos los arabescos mentales que queramos. Por ejemplo, el escaso coste que tiene para el PSOE seguir siendo el partido más corrupto desde 1977 hasta nuestros días.

Es inquietante, cuando menos, que una parte notable de los españoles sigan votando al sanchismo de manera acrítica. Es decir, aceptan la corrupción, y cuando se admite la putrefacción moral, esa propia sociedad termina convirtiéndose en motor de la depravación política. El fin nunca justifica los medios. No podemos seguir siendo una anomalía política en Europa, donde por los votos de un partido golpista para la investidura, se amnistía a unos delincuentes. Esa es la primera señal de un país corrompido.

Sánchez tiene pavor a perder el poder y es ese miedo el que le lleva admitir, defender y blanquear los casos de corrupción. La tendencia de la sociedad española es clara: llega una oleada de apoyo a la centroderecha. La suma PP-Vox crece, mientras que la alianza PSOE-Sumar no para de bajar. Ese es un hecho irrefutable. La demostración de que los resultados de ayer no le gustaron a Sánchez es que no salió al palco que había montado en la calle Ferraz.

Nota final: lo de Tezanos al frente del CIS debería ser objeto ya de denuncia ante un juzgado por malversación de fondos públicos. Ya hace tiempo que ha dejado de ser un chiste y ya no tiene gracia. Es un saqueo claro del dinero de todos.

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