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Cosas que pasanAlfonso Ussía

Chisgarabises y carantoñas

Preciosa la fotografía de Sánchez el enamorado, Gómez la Imputada, y García Ortiz en el Palacio Real intercambiando caricias, risitas y carantoñas. Es, probablemente, la fotografía del año, la del siervo que recibe de sus amos el público reconocimiento por su leal servidumbre. ¡Cómo está el servicio!

Actualizada 01:30

Después de oir y leer las opiniones y planes de los bilduetarras y los huecos de Sumar, reconozco que estoy preocupado. Preocupado es poco. Me siento inquieto, ansioso y desvelado. La gentil Mercedes Aizpúrua, antigua colaboradora periodística de la ETA, lo ha dejado claro y cristalino, como un chorrito de manantial. «Nada que celebrar. Felipe no es nuestro Rey». Por un lado, preocupante, por el otro, alentador. Coincidir en algo con Merche Aizpúrua es motivo suficiente para someterse a un chequeo médico completo. Preocupante porque Merche, a pesar de su edad, aún no se ha enterado de que es española, que Felipe VI es el Rey de España, y que le guste o no, también es su Rey. Su Rey y su Señor de Vizcaya, que era la excusa que usaba Arzallus cuando daba la tabarra en el Palacio de la Zarzuela una semana sí y la siguiente, también. «He venido a visitar al Señor de Vizcaya». Y volvía a «Sabin Echea» tan contento por su machada.

A la Merche es conveniente recordarle que todos sus compañeros etarras fueron unos terroristas españoles que asesinaron, chantajearon, hirieron y le hicieron imposible a otros españoles seguir viviendo en una parte de España. Que no respete a su Rey es otra cosa, pero que su Rey es Felipe VI resulta incuestionable. «No tenemos Rey», dicen los catalanes separatistas y terroristas amnistiados. Claro que lo tenéis. Otra cosa es que no os guste tenerlo, memos. A mí, nada me complacería tener como Jefe de Estado a un presidente de la República, pero no podría dejar de ser español por tan desagradable contingencia. En España, el sistema republicano ha sido un fracaso repetido, un asco histórico. Pero un asco español de pura cepa. Quizá lo más divertido es lo de Sumar, esa cosa de la tontiña de Fene en trance de desaparición, según sus resultados electorales. «Trabajamos para que Felipe VI sea el último Rey de España». Preocupado es poco.

Persistan en el empeño. Su trabajo se lo agradecemos todos los españoles de bien. Yolanda Díaz sólo es útil y positiva cuando no trabaja, que es casi siempre. Si se afana en un objetivo, todo le sale al revés. Lo malo es que, además de ministra de Trabajo, es vicepresidente del Gobierno del España.

Una vicepresidente y varios ministros reunidos en el trabajo de acabar con la Monarquía Parlamentaria que impulsó la Constitución de la libertad y los derechos humanos, se tienen que dedicar a trabajar en otros proyectos, y desistir desde sus hogares de su obsesión de sustituir un sistema democrático en una URSS en miniatura. Dimisión por coherencia y dignidad. Lo malo es que el presidente del Gobierno también está detrás de la maniobra, aunque esté obligado al disimulo institucional. Preciosa la fotografía de Sánchez el enamorado, Gómez la Imputada, y García Ortiz en el Palacio Real intercambiando caricias, risitas y carantoñas. Es, probablemente, la fotografía del año, la del siervo que recibe de sus amos el público reconocimiento por su leal servidumbre. ¡Cómo está el servicio!

En su décimo aniversario como Rey de España, Los Reyes y sus hijas, la Princesa de Asturias y la Infanta Sofía, demostraron que la genética y la Historia van de la mano de la estética y la ejemplaridad. Y eso, la gente de la calle lo percibe. Caen bien, y cumplen con la cercanía. Mientras el Rey condecoraba a 19 españoles procedentes de las 17 comunidades autónomas y de Ceuta y Melilla, en Sumar trabajaban a destajo para derrocar a la Monarquía. ¿Preocupante? Poco. Más bien nada.

Que insistan en su trabajo. Preocupante quizá, la reunión de risitas y caricias de un presidente del Gobierno y una esposa imputada con el fiscal general, humilde ordenanza. ¿Preocupante? Sí, y no poco. Lo de Merche Aizpúrua y lo de Sumar, cositas de chisgarabises. Lo de las risitas, zalemas y mimos extremosos del fiscal general con la posible delincuencia, muy preocupante, que no es poco, a mi modo de ver.

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