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El puntalAntonio Jiménez

Sánchez y Don Alvarone, juntos en la trinchera

Resultó de una puerilidad candorosa escuchar al coro ministerial de papagayos repetir la consigna del abecedario sobre la corrupción pepera como única defensa argumental para contrarrestar los escándalos que cercan a Sánchez

Actualizada 10:42

Que el gobierno está de los nervios lo evidencia el hecho de que sus ministros embisten más que piensan, oportuna evocación machadiana. Cada día les falta mas «finezza» ,como diría Andreotti, y les sobra en sus respuestas brocha gorda y sal gruesa, de la que es especialista «Torrente» Puente. Se están quedando sin recursos para responder al sapo mañanero que los digitales y la UCO les sirven a diario en el desayuno sobre las corruptelas en el PSOE o en 'chez Sánchez'.

Resultó de una puerilidad candorosa escuchar al coro ministerial de papagayos repetir la consigna del abecedario sobre la corrupción pepera como única defensa argumental para contrarrestar los escándalos que cercan a Sánchez y al partido. Apelar al «y tú más» como única arma dialéctica frente al chaparrón de corruptelas que caen sobre Moncloa , denota debilidad, desesperación y nervios. Cuando los argumentos y las ideas no fluyen las cabezas, efectivamente, se dedican a embestir en vez de razonar.

Tampoco el nutrido, y bien pagado con piel de contribuyente patrio, equipo de propaganda de Moncloa anda muy sobrado de ocurrencias originales, eslóganes y consignas, más o menos creativas para responder al PP, más allá de recordar el rosario de casos de corrupción ya amortizados, por otra parte, con la pérdida del poder. Al contrario, empieza a estar seco por el esfuerzo diario de atender a los distintos frentes de inmundicia que desde los tribunales golpean a Ferraz y al entorno personal de Sánchez.

A Isabel D. Ayuso le sobraron 25 de las 27 letras del abecedario para señalar el muladar sanchista sólo con la A de Ábalos, podría haber añadido Aldama, y la B de Tito Berni, Barrabés y Begoña.

Ayuso devolvió a Sánchez el cumplido por difamarla y acusarla de corrupta en el Congreso y por pedir su dimisión, como si él estuviera para exigirle nada con lo que tiene en casa y en Ferraz.

La osadía de Sánchez con Ayuso es consecuencia de su obsesión por ella. Una fijación que le ha costado a su lacayo , García Ortiz , situarse al borde de la inhabilitación por el Supremo. Si el fiscal general del Estado hubiera hecho honor a la institución que dirige y comportado con los criterios de autonomía e independencia debidos y no como el servil abogado defensor de las causas políticas de Sánchez, no estaría imputado por revelación de secretos. El obsequioso proceder del fiscal general del Estado, (FGE), con el gobierno, queriendo a toda costa ganar el relato del caso de la pareja de Ayuso, para agradar a su señorito Sánchez y de paso atacar a su adversaria política, se ha traducido en ese explícito y elocuente «va p’alante» con el que la presidenta madrileña sugiere el futuro procesal incierto de García Ortiz.

Don Alvarone no estaría más en la picota de lo que ya lo estaba antes de su imputación si no hubiera intervenido a instancia, con toda seguridad, del gobierno en un pacto de conformidad que el novio de Ayuso estaba negociando con la Fiscalía para evitar la cárcel y previo pago de la multa correspondiente por fraude fiscal. Este es un hecho que se repite a diario y que la agencia tributaria, la Fiscalía y los presuntos defraudadores sustancian con acuerdos sin más.

El pacto, en este caso, se rompió cuando en la Fiscalía se advierte que el investigado es pareja de la enemiga política número uno de Sánchez. García Ortiz actuó sin disimulo al servicio del gobierno, obligando a sus subordinados a filtrar la carnaza a los medios afectos con el único fin de desviar la atención sobre las primeras informaciones acerca de los turbios negocios de Begoña Gómez a la sombra de su marido y de paso desacreditar políticamente a Isabel Díaz Ayuso.

Después de esto, que Ayuso haya calificado al FGE como un caradura, sin honor ni prestigio, era tan previsible como que éste se atrincherara bajo su blindaje y se negara a dimitir a pesar de tener a la mayoría de los fiscales de la Junta y del Consejo en contra, dado el desprestigio y descrédito que supone para la institución que su máximo responsable sea investigado por el Supremo.

Cuenta, también era predecible, con la apasionada defensa y apoyo del gobierno, como si se tratara de un ministro más, y particularmente de Sánchez, en el convencimiento de que Don Alvarone vale más por lo que calla que por lo que pudiera contar después de admitir públicamente que tiene «suficiente información que podría utilizar para hacer daño a un determinado espectro político». En El Padrino, la familia Corleone era mas creativa y sutil en el mal. Le bastaba con enviar una cabeza sangrante de caballo, como aviso a navegantes, sin necesidad de verbalizarlo. Don Alvarone, con ese mensaje mafioso, también ha perdido las formas y atacado a la dignidad de la institución que se empeña en seguir dirigiendo y desprestigiando. Y además, me pregunto, si el FGE conoce algo delictivo de un «determinado espectro político» ¿ por qué no lo persigue como es su obligación?

En la «sanchosfera» la degeneración política e institucional a la que asistimos es directamente proporcional a la debilidad de un Sánchez, por ello cada vez más peligroso en sus reacciones y decisiones, señalado abiertamente por medios de fuera por su apego al cargo a costa del deterioro de la democracia, (The Economist) y por atrincherarse en la Moncloa a pesar de estar contra las cuerdas mientras crecen sus escándalos de corrupción, (Bloomberg). Sánchez cuyo carácter y comportamiento guarda cierto parecido con el Rey del cuento de Andersen, hace tiempo que va desnudo aunque él no quiera reconocerlo.

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