Obsesionado por el poder y por Ayuso
Ni la tensa y crispada situación política, como sostiene, es consecuencia de bulos expedidos por una inexistente máquina del fango activada por la prensa crítica, los jueces y la oposición, ni la economía de los españoles va como un cohete, entre otras cosas porque, en contra de lo dicho por Sánchez, somos más pobres
No yerra Isabel Diaz Ayuso cuando vaticina que Sánchez comenzará 2025 con más mentiras y ataques a todo aquello que da sentido a nuestra Nación y que su obsesión personal contra ella le va a costar la condena a algunos de sus cercanos colaboradores, empezando por «su» Fiscal General del Estado. Cosa inédita en democracia.
A Sánchez ya le está pasando factura su obsesión contra la presidenta madrileña. De no haber existido esa inquina política reflejada en continuados ataques personales contra Ayuso y su familia con acusaciones a su hermano y a su padre de haberse enriquecido a su sombra, acusaciones investigadas y archivadas por la justicia, Alfonso Serrano, secretario general del PP de Madrid y mano derecha de la presidenta, seguramente, no se habría personado en nombre de su partido en la Fiscalía Anticorrupción con las informaciones periodísticas sobre presuntas irregularidades y corruptelas habidas en la compra de mascarillas y material sanitario durante la pandemia que, una vez abierta la investigación, dio origen al actual caso Koldo-Abalos-Aldama. Ironía del destino.
De no haber tenido Sánchez esa fijación con Ayuso, el caso del novio de ésta se habría sustanciado con un acuerdo extrajudicial como tantos otros y él no habría utilizado la maquinaria del Estado de forma partidista para intentar aniquilar a una adversaria política. Consecuencia de ello es que «su» fiscal General, el posesivo lo empleó el propio Sanchez, está con el agua al cuello en el Supremo y algunos de sus colaboradores en Moncloa también pueden ir «palante» por revelar un documento secreto en favor de su causa y estrategia políticas contra la presidenta de la Comunidad de Madrid.
Estos dos casos judiciales que le quitan el sueño a Sánchez , además de los de su esposa y su hermano, son paradójicamente el resultado de su obsesión con Ayuso y es sabido que los enemigos políticos de la presidenta madrileña acaban derrotados en las urnas o fuera de la primera línea política. Las obsesiones terminan pagándose y el precio de esta neura le va a salir muy caro al autócrata por más que intente hacer abstracción de la incómoda situación judicial que le atosiga y acosa, impostando un panorama económico y político idílico de España. El balance del año que Sánchez ha hecho es producto de un ejercicio de autocomplacencia y triunfalismo, sin un ápice de autocrítica, incompatible con la purita realidad.
Ni la tensa y crispada situación política, como sostiene, es consecuencia de bulos expedidos por una inexistente máquina del fango activada por la prensa crítica, los jueces y la oposición, ni la economía de los españoles va como un cohete, entre otras cosas porque, en contra de lo dicho por Sánchez, somos más pobres y con mucho menos poder adquisitivo que hace seis años por culpa de la inflación galopante y los impuestos confiscatorios de su Gobierno.
La otra gran obsesión de Sánchez, además de Ayuso, es seguir en el poder, llegar a 2027 sin adelantar las elecciones e impedir la alternancia política en España, cosa que dice todo sobre sus escasas convicciones democráticas. Para ese fin el autócrata continuará con su huida hacia adelante y no dudará en postrarse de hinojos ante Puigdemont en Waterloo si de esa manera consigue que le apruebe los Presupuestos y garantice su continuidad en la Moncloa al precio que sea.
Esa huida hacia adelante de Sánchez, sólo pueden frenarla en el inminente año venidero las indagaciones judiciales en marcha y las resoluciones que los jueces dicten en función de las presuntas responsabilidades de su mujer, su hermano, sus colaboradores en el PSOE y en el Gobierno y de él mismo, en los delitos que se investigan.
Mal que le pese a Sánchez y a sus acólitos políticos y mediáticos, su futuro personal y político seguirá dependiendo en 2025 de la acción de la Justicia y no tanto del prófugo independentista por más fotos de la infamia que se haga con él en Bruselas; que nadie dude que se las hará.