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Cartas al director

La luciérnaga y el sapo

Sr. Director:

Érase una luciérnaga hermosa que brillaba con luz propia, grácil, volando a su aire, sin rendir cuentas a nadie. Pero hete aquí, que cerca de ella rondaba un sapo celoso de su valía, formación y de su vida autónoma. En cuanto pudo, la atrapó entre sus ancas, provocándole una sonora asfixia. Se acabó el vuelo libre, las tomas de decisiones con sentido común, la brillantez se apagó. Ella, con un hálito de vida, preguntó al sapo: «¿Por qué me haces esto? ¿por qué no me dejas volar?». El sapo, ceñudo y sin dejar suelta a la presa, le contestó: «¿No lo entiendes, por qué tienes que brillar más que yo?». He aquí una breve fábula que bien podrían ser Margarita, su difícil papel en estos días, y su jefe monclovita. Ahí obtendremos muchas respuestas.

Verónica Montes Santiso

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