La familia es libertad

La familia es una fuente inagotable de vida, en las relaciones entre padres e hijos no hay nada más que amor, entendimiento y perdón.

Nací en una familia buena y católica, mis padres, cuando era pequeño, me decían algo a lo que siempre le di vueltas: «Has venido al mundo para ser buena persona y acercarte lo más posible a los que no tienen familia o no pueden estar con la que tenían. Siempre ayuda a la familia que pase hambre, que está unida, o que se una». No sé si todo esto me ha hecho bueno o si podré llegar a serlo, pero sí me ha hecho sensible.

Aprendí de esos consejos que no hay una fuerza mayor que la familia. Dios, desde el momento en el que nos creó, dijo que no era bueno que el hombre estuviera solo. Y en estos momentos, en esta época que vivimos tan deshumanizada, es clave vivir en familia para no encontrarte solo. Todos, niños, jóvenes, adultos y ancianos tenemos la necesidad de estar acompañados por alguien que te quiera.

Crear, pensar, y vivir en familia. La política de izquierdas siempre lo ha cuestionado por tradicional o patriarcal, sobre todo las «feministas» que no quieren ser maternales. Quieren cambiar lo privado por lo público. No hay nada más privado que la familia donde el individuo se madura como hombre libre. Cuando llegó la primera crisis económica, incluso hasta la izquierda radical, que no soporta la familia, se replegó a ese discurso de vendernos la familia como un valor material más.

Si caen las estructuras de protección estatal, como cayeron, lo último que nos queda, para seguir comiendo, es la familia. Ese periodo de incertidumbre obliga a refugiarse en ella. La familia como institución está atravesada por realidades humanas y naturales en las que siempre median las decisiones de sus miembros, con amor y cariño.

Se demostró con la pandemia, que no solo nos confinó en casa, sino que nos confinó con nuestras familias. Como un regreso a la familia como solución a todos los problemas…