Al tenazónRafael del Campo

Rafa «el de Lucas»

Actualizada 04:30

Hace muchos años ( ¿ tal vez cincuenta ?) un empresario del sector de la alimentación, Don Lucas Gómez, comenzó, con una visión profética, la transformación de su negocio. Lo que había sido un supermercado clásico pasó un a ser un ultramarino de productos selectos a la vez que bar. En aquellos tiempos preponderaban en Córdoba, o bien las tabernas, o bien las cafeterías clásicas que, junto con las típicas infusiones, ofrecían ya con naturalidad otras bebidas y otros condumios más «modernos». Pero ese empresario, desde luego visionario y brillante, optó por dar personalidad a su establecimiento introduciendo unos productos entonces singulares: sándwiches, innovadores bocadillos y, sobre todo, los perritos calientes, que preparaba con una moderna máquina adquirida en una feria de hostelería en Madrid.

Parece que fueron los alemanes quienes, en el siglo XIX, introdujeron en Estados Unidos los perritos calientes, aunque luego los propios americanos los extendieron por el mundo entero. Pero fue Don Lucas quien los instauró en Córdoba mucho antes de que las grandes cadenas de hostelería y la influencia de los yanquis, popularizaran su consumo en nuestra tierra. Y la cosa ha sido, y es, un éxito, y es que hoy, hablar de perritos calientes en Córdoba, es hablar de «Lucas»

El perrito de «Lucas» tiene diferencias notables con el perrito que uno pueda consumir en cualquier otro lugar . Y el secreto está en la calidad del producto : desde el pan, de un sabor y de una textura muy superior al de los típicos bollos americanos ( tan blandengues ellos, tan dulzones ellos ) a la cuidada elaboración de las salsa, en especial la de tomate frito ( tan alejada del kétchup, salsa que para mí es una pócima nociva y repugnante ) o a la refinada y sabrosa calidad de la salchicha. Pero esa selección de la materia prima es sólo lo primero. Luego está la maestría al preparar el perrito, con el pan caliente en su interior, sin llegar a estar totalmente tostado, la salchicha en su punto exacto de cocción y las salsas dispensadas con mesura y equilibrio.

Don Lucas fallece en 1.997 dejando memoria de haber sido un buen empresario, un visionario anticipado a su tiempo, y un hombre bueno. Su hijo Rafael, mi amigo Rafa, o “ Rafa el de Lucas “, como se le conoce en Córdoba y en parte del extranjero, dirigía desde tiempo atrás el negocio, al que ya había imbuido su personalidad, ampliando la carta, creciendo en calidad, creando nuevos e innovadores productos y, en suma, haciendo excelso lo que pudiera parecer básico. Y todo con la colaboración discreta pero eficaz y palpable de su mujer, María, que es tan esencial en el brillante discurrir del negocio como el propio Rafa. Rafa es, además, amigable, inteligente, ingenioso…siempre atento a la clientela y comandando, desde el rincón donde prepara los perritos, a sus camareros. Y ello sin hablar: basta un gesto, una mirada, una mueca, para que su colaborador sepa lo que tiene que hacer.

Otra virtud de Rafa: crear en «Lucas »un ambiente de alegría. Haya la cola que haya, existiese la demora que existirse en servir la comanda, la espera no se hace tediosa. Rafa maneja los tiempos y con cualquier comentario o detalle calma las impaciencias de todos y consigue que la cosa transcurra agradablemente, mientras él, desde su puesto de mando, en frenética actividad, monta perritos, dirige camareros, regala piruletas o tira con maestría una caña de cerveza ( por cierto, a mi parecer, la cerveza de “ Lucas “ es la mejor de Córdoba ). En suma: no sólo vende el mejor producto, un producto singular y diferenciado, sino que crea una atmósfera muy personal, muy optimista, muy feliz…muy “ Rafa el de Lucas».

Ahora Rafa, a mi amigo Rafa, o « Rafa el de Lucas “ le ha dado la vida un “ tarantantán “ y ha tenido un problemilla de salud , ya en evidentes vías de superación. Pero hay quien dice que por ello “ Lucas “ no abrirá de nuevo…o que si abre será por poco tiempo…o en otras manos. Esa ignorancia sobre el futuro de “ Lucas» me produce cierta melancolía. Las ciudades no mueren de golpe ( que es como morimos las personas ) sino que mueren poco a poco. Y mueren, por ejemplo, cuando sus lugares emblemáticos, a cuyo calor se ha cocinado la vida de tantas generaciones, van despareciendo. Si “ Lucas “ cerrara, Córdoba habría muerto un poquito. Igual que murió un poco cuando cerró la Pastelería Serrano, aquel paraíso de los golosos y de los adictos al tocinillo de cielo…o cuando cerró Fidela….o cuando…

No sé qué pasará con Lucas porque a los hombres nos está vedado conocer el futuro. Con esa convicción escribió Victor Hugo que “ el futuro tiene muchos nombres “ y en la misma línea, Antonio Machado, que nos queda más cerca, aseguró que “ ni está el mañana ni el ayer escrito “. Sea como fuere, estas inseguridades sobre el futuro de “ Lucas “ me impregnan de melancolía. La melancolía, ya es sabido, es un modo entre dulce y poético de sentir la tristeza y, por ello, no remanece de la tragedia ni de desgracias contundentes, sino más bien de la añoranza, de contemplar el paso del tiempo, el paso de la vida, el paso de todo aquello que amamos… Si “ Lucas “ cerrara, nuestra Córdoba, como decía más atrás, habría muerto un poco y los cordobeses , muchos cordobeses, podríamos sentirnos melancólicos y decir, por ese sólo motivo, con Jorge Manrique que “ cualquiera tiempo pasado fue mejor “

Pero la esperanza es algo a lo que no podemos renunciar las personas inteligentes . Ni a la alegría tampoco. Y en todo caso: oponerse a lo inevitable es necedad que no conduce a ninguna parte. Y así debemos entusiasmarnos porque si « Lucas « no cierra seguiremos trasegando los mejores perritos del mundo, o degustando el “ Especial Lucas “ o la “ Hamburguesa completa “ o…Y si “ Lucas “ cerrara, que no lo sé, sabemos que no cerrará del todo. Aun más: aunque “ Lucas “ cerrara, lo más importante de» Lucas» seguirá entre nosotros. Así: el ejemplo de Don Lucas, la rememoración de los buenos momentos vividos en el establecimiento y sobre todo la figura entrañable y magnífica de “Rafa el de Lucas “, persona que aglutina las virtudes del buen cordobés: bondad, ingenio, profesionalidad…seriedad, simpatía, sensatez.

Traiga lo que traiga el futuro algo hay seguro: si Dios quiere ( que va a querer ) seguiremos muchos años gozando de la amistad de Don Rafael Gómez Gómez ( le pongo intencionadamente el “ Don “ porque lo merece sobradamente ) hombre ejemplar, hostelero ejemplar…cordobés autentico…y repito de nuevo y una vez más : ejemplar. Y ese poder gozar de la presencia del amigo nos ha de producir tanta alegría que han de quedar desarbolada la melancolía, la nostalgia, y esos otros sentimientos melifluos y tontorrones que pudiéramos sentir ante el hipotético cierre.

Querido amigo : el cariño, la admiración y la fidelidad de tus clientes, de Córdoba entera y de sus gentes, manifestados de modo tan unánime, tan veraz, tan profundo, deben haber conmovido tu noble corazón. Toca recuperarse totalmente. Y seguir viviendo. Nos vemos pronto: en “ Lucas “ con un perrito y una caña de cerveza o en cualquier rincón de nuestra hermosa Córdoba o detrás de cualquier paso de Semana Santa….o dónde sea…pero nos vemos, nos vemos pronto.

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