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Cartas al director

Animales y derechos

Oigo estupefacto la nueva reforma del Código Penal en relación con los animales y parecer ser que por matar a un animal pueden caerte hasta 36 meses de cárcel, pero por matar un feto en el embarazo, un ser humano perfectamente definido, te vas de rositas. Yo creo que estamos llegando a una situación insostenible en nuestra sociedad, generalmente promovida por el odio de la izquierda contra la derecha y por la ignorancia e incultura de los políticos que nos gobiernan, pero que hemos elegido nosotros, no se nos olvide.

Recuerdo que una de las últimas ocurrencias de la ministra Ione Belarra, en el proyecto de ley animal en España, es la obligación a partir de ahora de hacer un curso para poder tener un perro. Me parece muy positivo y loable, ya que todo lo que sea generar responsabilidad ciudadana con los animales de compañía siempre es bienvenido. El problema, Sra. Belarra, es que a los políticos comunistas de Unidas Podemos o como se llame después del proyecto de su amiga Yolanda Díaz, «los arboles no le dejan ver el bosque», debido a su incultura, su ignorancia y su odio a la sociedad que no piense como ustedes.

El bosque es el concepto fundamental de la vida, de la familia, de la sociedad, de la política y de sus ciudadanos. Los árboles son las ideas políticas para aplicarlas a los ciudadanos o a la sociedad, que se les van ocurriendo sobre la marcha, como esta ley trans que se le ha ocurrido a su colega Irene Montero, criticada por el movimiento feminista sobre todo el del PSOE y afín a los poderosos lobbies económicos de la pederastia y que desaparecerá al llegar un Gobierno serio a España.

Los arboles en este caso serian los animales de compañía, los perros y mascotas en general. Los animales al no tener deberes lógicamente no tienen derechos. Sin embargo, los humanos sí tenemos deberes para con los animales que son tratarlos bien y hacerlos útiles a nuestra sociedad. También en la experimentación animal, hoy perfectamente reglada por los convenios médicos internacionales.

Es decir, que a mí me puede obligar el Gobierno a hacer un curso de formación para poder tener un perro, pero todavía no se le ha ocurrido a ningún Gobierno, a ninguno y mucho menos al suyo comunista, obligarme a hacer un curso de formación (intensivo y urgente en muchos casos) para tener un hijo. ¿No le parece a usted que un hijo es mucho más importante que un perro?

Dr. Manuel Gallo

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