Cartas al director
Razones para dar la batalla cultural
Una desgraciada idea muy extendida entre la acomplejada derecha que anhela ser tratada como centro moderado y equidistante, es la de limitar sus propuestas y políticas a cuestiones de economía y de eficacia en la gestión. Buscan así una posición más cómoda en el debate público, creyendo que con ello eludirían los habituales ataques de izquierdistas y progresistas, que se trasladarían sólo contra los que sí afrontan los temas de la denominada batalla cultural. Se equivocan.
Porque lo que sucede en realidad es que, al ceder estas fundamentales parcelas de pensamiento a los adversarios, son éstos quienes acaban marcando las reglas del debate, acotan el terreno de juego e incluso deciden sobre lo que se puede o no tratar, imponiendo sus particulares dogmas entre los que también incluyen cuestiones de aparente mera gestión económica. Pues, quiérase o no, este tipo de cuestiones se fundamentan en valores que varían según el diferente concepto que tengamos sobre la persona, la sociedad y el Estado. Por eso, renunciar a dar la batalla cultural supone aceptar de entrada la ley del embudo progresista, concediéndoles incluso la facultad de que se autonombren árbitros de los debates. Es como salir al combate con las manos atadas y pidiendo perdón por comparecer.
Aunque también es cierto que cada vez es mayor el número de quienes renuncian a dar esta batalla, porque nada tienen ya que defender.