Cartas al director
Paz y justicia
Dice un axioma que «la paz es obra de la justicia». Indudablemente cuando no hay justicia no hay paz. No hablamos específicamente del acatamiento o del requerimiento de las leyes, cuando estas leyes son debidas y no dictadas al albur, azar, casualidad o interés indebido. Justicia es sinónimo de ecuanimidad, equidad, honradez, imparcialidad, neutralidad, rectitud… y enumerar esta serie de palabras puede sonrojar a más de uno; porque la vida es, como dice el dicho popular, rica en matices, y precisamente alguno de esos matices puede salpicarnos.
Existe prácticamente en todo el mundo una crispación exacerbada y generalizada que nos inquieta y desazona, porque la cosa no es para menos. Y de manera automática la culpabilidad de todo esto se la colgamos a los otros, no importa quienes sean, son los otros y basta. Pero no se nos ocurre pensar que en más de una que otra ocasión los otros somos nosotros. ¡Eso es inadmisible! Pero la realidad es la evidencia de la realidad. Por eso, no estaría de más examinarse cada día para comprobar qué hacemos por la paz y qué hacemos por la justicia y toda la enramada que la engalana.