El aborto, un nuevo totalitarismo, en el siglo XXI

De trágico recuerdo es el paso de los totalitarismos por Europa en el pasado siglo. Dejaron tras de sí un reguero de muerte y desolación como nunca antes en la historia tuvo lugar. Los máximos exponentes fueron, sin duda, el nazismo y el comunismo.

La progresiva secularización de la sociedad y el alejamiento del tradicional humanismo cristiano dieron paso a unas ideologías que elevaban a cotas máximas la ciega obediencia al Estado y el abandono de la identidad y el valor individual de la persona.

Consecuencias que, para las personas que vivieron bajo estos regímenes, fueron la privación de una auténtica libertad, de pensamiento, religiosa, política, etc., y de aquellos que pertenecían a razas distintas o presentaban alguna deficiencia mental, eran condenados al ostracismo social, y en el peor de los casos, a programas de eliminación eugenésica, o en un extremo mayor, a la mas bárbara y macabra «solución final», como fue el caso de judíos y gitanos.

La falsa concepción del «derecho de la mujer a decidir sobre su propio cuerpo» enmascara un terrible comportamiento totalitario de sumisión a una ideología de relativismo moral que atenta directamente sobre la vida de un inocente. Al que, tanto la propia madre, o su entorno familiar, y por supuesto, desde los poderes públicos deben de cuidar, vigilar, respetar y reconocer toda la dignidad humana que el nasciturus tiene.

A ello se le suma la falta de alternativas a esas madres, con lo que minan la verdadera libertad a la que tiene derecho la mujer, eligiendo siempre la opción que más le convenga, a ella y a su bebé. Evidenciando por ello una actitud liberticida de las autoridades, siendo cómplices estas de la propagación de una ideología deshumanizada y totalitaria.