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Cartas al director

Corrupción en el Gobierno de Cantabria

En los últimos tiempos vemos al presidente de Cantabria, Revilla, con una asiduidad creciente en los medios de comunicación. Aparte de sus correrías populistas por los platós de TV, ha ocupado páginas en los diarios por protagonizar durante la pandemia una bufonada al ser descubierto en un restaurante con acceso prohibido a los ciudadanos, fumándose un puro. Mas tarde, en el transcurso de una entrevista, se erigió como el tótem de la moral censurando de forma implacable a deportistas, a partidos políticos e incluso al Rey Juan Carlos.

Hace unos días, ha vuelto a aparecer en los medios, pero esta vez como afectado por un gran escándalo de corrupción en su Gobierno. El jefe del servicios de carreteras autonómicas, Miguel Ángel Díez, ha sido detenido como implicado en una trama de fraude en los contratos de carreteras. Su superior, Gochicoa, consejero de Obras Públicas, ni ha dimitido ni Revilla le ha cesado. Es más, el presidente en lugar de ser coherente con su habitual predicamento, ha respaldado al consejero. Es lamentable que quien debe custodiar los intereses de los ciudadanos, no se sienta responsable de la incapacidad y de la negligencia de sus subordinados.

Revilla tiene la oportunidad de mostrarse coherente con su discurso y asumir las exigencias políticas que reclama a los demás. Sobre todo habiéndose autoarrogado públicamente el papel de adalid universal de la moral y la ética. Los errores políticos se pagan y llevan implícito la penitencia de la dimisión o el cese. Pero no estamos a la altura de nuestro entorno democrático y recelamos de la deficiente pedagogía de nuestra cultura política. Esperemos que Revilla, acorde con sus principios, lleve a la práctica una de las sentencias éticas de la democracia: «contra la corrupción, tolerancia cero».

José Antonio Prieto Solís

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