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Cartas al director

El Gobierno que viene

El reciente encuentro entre Núñez Feijóo y el presidente del Gobierno, en funciones, me dejó muchas dudas, por un lado los populares ofreciendo la posibilidad de gobernar durante dos años, con un plan concreto de compromisos, mientras Sánchez juega otra partida de la que espera un resultado claro e inequívoco: su continuidad al frente del Gobierno. Aunque esto lo consiga pagando lo que quizás no debiera a partidos nacionalistas o independentistas catalanes y vascos. En su último libro, titulado La España en la que creo, Alfonso Guerra ya había escrito que «no se puede funcionar con etarras e independentistas», y criticó el Gobierno de Sánchez con podemitas y compañía. Pero Pedro Sánchez ya había empezado su larga marcha hacia la permanencia en el poder, en la que persiste con denodado tesón.

«Si yo cediera lo que va a ceder Sánchez, el presidente sería yo», ha dicho Núñez Feijóo, y tal vez tenga razón. Pero Sánchez juega en otra pista desde hace muchos años, y para él no será demasiado difícil desarrollar la estrategia que ahora está poniendo en marcha. Aunque ciertamente siempre existe el riesgo de que brote un hartazgo social ante algunas de sus concesiones políticas. Algo que tratará de evitar, porque Sánchez ha acreditado largamente que nada lo inquieta más que perder el poder. El actual primer secretario del PSC, Salvador Illa, ha abogado por la concordia y el reencuentro en Cataluña para abordar las negociaciones entre los diferentes partidos de cara a la investidura de Sánchez, y ha pedido «discreción» en las negociaciones.

«Cataluña –dijo– tiene un enorme potencial y tiene que implicarse en el Gobierno de España en el marco de Europa. Ahora es el momento de la discrección». ¿Todo es tranquilizante? Sí y no. Porque tanta demanda de discreción hace pensar que se está avanzando por senderos políticos inciertos o peligrosos. No hay más que ver el encuentro de la vicepresidenta del Gobierno, en funciones, con un prófugo de la Justicia en Bruselas, acordando explorar soluciones democráticas para desbloquear el conflicto catalán y olvídense de una vez del 1-O de 2017.

Genaro Novo

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