Cartas al director
El progreso, según su Sanchidad
No es que haya varios tipos de progreso, más bien varias formas de evaluarlo: el progreso de los mentirosos, de los fanáticos del poder, de los delincuentes, de los políticos de izquierda (con alguna excepción); y el progreso real, el que significa avanzar, mejorar, conseguir una mejor y más decorosa calidad de vida, aumento de los valores morales, cosas muy lejanas a las que nos ofrecen los gobernantes de la mentira (según ellos del cambio de opinión), cuyo único objetivo es conseguir y conservar el poder. Se les llena la boca de las palabras «somos un gobierno progresista» y hasta ignoran qué significa progreso. Para conseguir este poder utilizan el rastrero truco de arrodillarse ante los delincuentes y legislar según ellos desean, a cambio de que le apoyen en la investidura y en cuantas necesidades tengan en el transcurso del gobierno. Naturalmente este político progresista rastrero no mira al pueblo en sus decisiones, no le interesa. Solo mirará al pueblo para comprarle el voto con subvenciones y limosnas pagadas con el dinero de todos. ¡Así nos va, así progresamos!
Mientras los españoles perdiendo nuestros valores morales (sobre todo las futuras generaciones), situación social y familiar muy grave, confianza jurídica nula, estabilidad económica de desastre, etc. ¿Cómo puede presumir de progresista el más regresivo, el personaje más odiado del país, que no puede salir a la calle, pues todo el mundo le pita y abuchea? Y además perdió con rotundidad las elecciones generales. El que dicta las leyes más opuestas a los intereses del pueblo, con la sola intención de pisotear sus valores morales y sus buenas costumbres. El que crea un lazo de simpatía y subordinación con los peores delincuentes españoles. ¿Qué cree este hombre que significa progreso? Tal vez piense que es un guiso catalán.
Es desolador que un país de la categoría de España tenga un presidente como el que tiene, más ocupado de favorecer a delincuentes y amigos que al pueblo.