Los cien años de Semprún

El pasado domingo 10 de diciembre Jorge Semprún hubiera cumplido cien años: nieto de quien fuera cinco veces presidente del Gobierno durante el reinado de Alfonso XIII, Antonio Maura, con apenas doce años tuvo que partir al exilio tras el estallido de la guerra civil española en 1936; a partir de ese momento se convertiría en testigo excepcional de los horrores que azotaron el siglo XX: en El largo viaje, Viviré con su nombre, morirá con el mío o La escritura o la vida, Semprún relata magistralmente sus vivencias como prisionero del campo de concentración de Buchenwald, de donde nunca olvidaría el olor a carne quemada de los hornos crematorios que acabó espantando a los pájaros de la zona; en 1977 ganó el Premio Planeta con Autobiografía de Federico Sánchez, uno de los muchos nombres con los que vivió en la clandestinidad durante sus años de militancia comunista y donde narra su expulsión del PCE junto a Fernando Claudín tras descubrir las atrocidades del régimen de Stalin; entre 1988 y 1991, ya con la democracia asentada, regresó a España para ocupar la cartera del Ministerio de Cultura en el Gobierno de Felipe González, momento en el que muchos lo convirtieron en blanco de sus críticas usando el adjetivo «afrancesado» como dardo en clara alusión a su filiación al país vecino, donde tantos años vivió y en cuya lengua escribió buena parte de su obra literaria; en la gran mesa en torno a la que el Consejo de Ministros se reunía cada semana tuvieron lugar numerosas componendas que lo llevaron a enfrentarse al entonces todopoderoso Alfonso Guerra y que, finalmente, le condujeron a abandonar el Ejecutivo para, años más tarde, ajustar cuentas con el vicepresidente socialista en Federico Sánchez se despide de ustedes. En junio de 2011 Semprún moría a los ochenta y siete años en su casa de París y hoy, cien años después de su nacimiento, se revela, sin lugar a duda, como una figura cuyo estudio y lectura resulta fundamental en un momento en el que los cimientos de la democracia liberal parecen estar cada vez más en riesgo a causa del auge de los populismos que asolan a Europa.