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20 de septiembre de 2024

Cartas al director

La España grotesca

Debe ser mi edad que ya pasa de los 70 la que me hace desvariar sobre la visión en la que vivo o es que en realidad, España ha pasado en pocos años de ser un país serio con gente a la que considerábamos normales, al más disparatado y esperpéntico lugar de la tierra.

En las cadenas televisivas se pasa de las noticias a programas presentados por grotescos personajes entrevistando a personas siniestras o famosos que nos describen con pelos y señales su vida privada sin ningún reparo. El ejemplo más representativo es un programa donde dos personas cenan con el fin de conocerse y si corresponde iniciar una relación entre ellos. La idea, que no parece mala en principio, se distorsiona inmediatamente al presentarnos un aquelarre de candidatos seleccionados según parece al azar. La selección trata de representar al ciudadano de a pie que podemos encontrar sin dificultad por la calle, pero pronto se reducen a personajes absolutamente extravagantes y pintorescos tratando de convencernos de que así es el ciudadano medio de nuestro país.

Los medios escritos tampoco se quedan a la zaga, hasta los más tradicionales y serios nos presentan en sus editoriales una realidad totalmente distorsionada con un sesgo político perfectamente definido que les hace apartarse ridículamente de la narración objetiva de los hechos.

Como colofón a todo este disparate, vemos de vez en cuando, a la institución más respetable de nuestra vida en común, que es el Parlamento. La degeneración de la vida política nos presenta crudamente la realidad en la que nos hemos metido. Los personajes que tienen el atrevimiento de subirse a la tribuna de oradores nos demuestran, salvo honrosas excepciones, su poca formación intelectual y su bajo nivel dialéctico. Con este nivel general, las propuestas de ley deben ser continuamente revisadas y alguna aprobada con urgencia, ha tenido que ser modificada posteriormente por sus graves consecuencias prácticas.

Ahora este grotesco Parlamento pretende juzgar a los jueces en el ejercicio de su profesión alcanzada, en la mayoría de los casos, tras largos años de estudio y dedicación.

Creo sinceramente que vamos de mal en peor y que el futuro si nadie antes lo remedia nos lleva de cabeza a la España de las pinturas negras De Goya.

Raimundo Calderón Riestra

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