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Cartas al director

Leer y vivir

Nada te turbe, nada te espante; todo se pasa. Reveladores versos de Santa Teresa que siempre me han deslumbrado y más, si cabe, en estos tiempos confusos. La fragilidad del alma humana amasada en nueve palabras. Solo una vida sentida en esencia, disfrutada pero también sufrida, puede dar a luz una reflexión de tal altura. Y al leerlos advierto que soy capaz de comprender mejor el mundo que me rodea, tanto que llego a reconocerme a mí misma en los demás. Lo sabemos: leer es vivir más.

La literatura es plenitud y a la vez recogimiento, plenitud por la felicidad que nos regala y recogimiento por el ensimismamiento que nos exige. Con frecuencia corro a refugiarme en sus brazos y en ellos hallo la paz y la intimidad de las que el desasosiego diario me priva. Cada uno de nosotros, debemos reconocerlo, anhela una existencia diferente o de recambio que ayude a soportar el excesivo peso de la rutina. Y es entre los libros donde encontramos a ese otro yo que equilibra al yo que arrastramos mansamente cada día. Qué delicia siento cuando me autoexilio muy lejos y me veo paseando mientras cae la tarde por la populosa Roma de Adriano o cabalgando los silenciosos campos de Montiel, junto a Alonso Quijano y sus filosofías… Con qué alegría y placer me abandono.

La literatura, además, nos ilumina llevándonos bien sujetos por los vericuetos de las palabras, hasta desentrañar la realidad con todos sus matices y perfiles. Desciframos y aprendemos a través de las palabras y ese pleno conocimiento de la lengua nos fortalece, nos hace más sabios, más sabios y más libres, mejores. Leamos, por favor, a Santa Teresa.

Isabel Pascual Cebrián

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