Cartas al director
El blanqueo
Viendo la hipocresía de Bildu –herederos del brazo pseudopolítico de la mafia etarra–, y escuchando a su candidato a las elecciones vascas decir que la banda criminal de ETA fue sólo «un grupo armado», recordé la fábula del escorpión y la rana: el escorpión seguirá siempre envenenando, porque es su naturaleza. Buscar sorprendernos ya a los ciudadanos demócratas con lo que ha sido, es y será el submundo proetarra, es confiar en trileros y estafadores. Lo duro es ver a la mayoría de la sociedad vasca madura, que, como siempre, ha olvidado cobardemente mirando hacia otro lado. Y lo triste es ver a los jóvenes de esa sociedad vasca, que vive como si la mafia etarra nunca hubiese existido. De ETA y sus salvajadas, por desgracia seguro que sí se acuerdan siempre las familias de las víctimas, junto a las Fuerzas de Seguridad del Estado y a los escoltas privados que se dejaron hasta la vida en defender la Ley. Y algunos pocos más en la sociedad civil (jueces, políticos constitucionalistas, periodistas…), que se arriesgaron de verdad frente a la intolerancia etarra. El resto, gracias al blanqueo falso de Sánchez y compañía, van a elevar (ahí se ve en sus votos) a los proetarras casi a los altares. Maldita sea esa desmemoria de los que no piden Justicia real para todos los que cayeron por la libertad y la Constitución en España. Pagaremos esta ignominia de Sánchez y Zapatero.