Cartas al director
Pedro y la trashumancia
El pastor ha iniciado el camino con braguero. No está sobrado de atributos, es que ha quebrado. Ave Fénix de pacotilla, «Si les ganamos el pasado 23 de julio, vamos a ganar a la derecha y a la ultraderecha también el 9 de junio» olvida que el perdedor fue él.
Se vale de los careas de terroristas, separatistas y el galimatías de perroflautas a cambio de pienso de la mejor calidad, lo que no nos ofrece al rebaño, para conducirnos: «Los españoles y las españolas podrán levantar la cabeza con orgullo y defender que tuvieron un Gobierno que les puso en el lado correcto de la historia».
El fin justifica los medios. No le importa lo que esta trashumancia va dejando en la gatera, es lo de menos cuando la meta es la tierra prometida, el, para él, lado correcto.
Ha elegido a Teresa Ribera para que le eche una mano, pero la señora, más que manso de rebaño, me recuerda al flautista de Hamelín y más que tierra prometida, un Weser en el que precipitarnos. De estos artistas no se salvan ni cojos, ni sordos, ni ciegos.
Para Ribera, «la Europa más bonita de nuestros años recientes está siendo vapuleada, calumniada y cuestionada en el espacio de convivencia y paz que tanto tiempo nos ha costado construir», pero se olvida o no sabe, que Borrell, ahora orillado, presidía el Parlamento Europeo el 4 de julio de 2006 y comenzaba así una histórica sesión que deberían ambos consultar: 'Como primer punto de nuestro orden del día, voy a efectuar una declaración sobre los 70 años después del golpe de Estado del General Franco en España, el 18 de julio de 1936…'
Léansela, es el antídoto contra el flautista.