Pensar Europa

Antes de que en 2011 se apagase la voz de Jorge Semprún, este testigo excepcional de los horrores que asolaron la Europa del siglo XX ya apelaba en no pocas entrevistas, mirando a cámara, la necesidad de pensar en la idea del viejo continente más allá de los intercambios o las becas Erasmus, preguntándose aquello de para qué Europa.

Ante las elecciones del domingo 9 de junio al Parlamento Europeo, hoy más que nunca se puede encontrar en distintos medios de comunicación textos de opinión, entrevistas, e incluso diálogos en publicaciones de índole netamente intelectual como El Cultural que el pasado viernes 7 publicó una conversación entre Bernard-Henri Lévy y Timothy Garton Ash a propósito de este particular.

El previsible auge de la extrema derecha, así como los populismos y riesgos comunistas que se enmascaran bajo muchos partidos de presunta naturaleza socialdemócrata, mientras Putin acecha ante el más mínimo atisbo de debilidad para atacar al corazón de las democracias occidentales, componen, en fin, un panorama imprevisible por inédito, que no solo revela la condición de gigante con pies de barro que Europa parece ahora ser, sino también la indiscutible realidad de que estos temores que hoy son puestos negro sobre blanco resultan la incontestable prueba de que hemos pensado Europa tarde y mal.