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Cartas al director

Mil leches

Belarra nos acusa de no querer ver que España es «latina, negra y mestiza desde hace mucho tiempo. A buenas horas.

Que España no es el Lacio, es evidente; que habla una lengua, el español, derivada del latín, también. El castellano, como dijo Cela, no es sino el generoso español que se habla en Castilla. También somos católicos. Acepto en estos supuestos lo de latino.

Cabrera Infante recordaba que «el castellano no existe en Hispanoamérica. Existe el español». También estaba en contra de llamar latinoamericanos a los hispanoamericanos: «¿Desde cuándo está la Roma antigua en México? ¿Y en Buenos Aires?»

Álvaro Mutis: «Pasé 23 años viajando por Hispanoamérica y nadie sabe lo feliz que me hacía encontrarme con mi idioma en cada ciudad que visitaba. Y mi idioma es el español»

¿Y lo de mil leches? No sé si has oído hablar de la «pintura de castas», unas series de pinturas que recogen las mezclas raciales del «español» con los nativos americanos y los africanos importados como esclavos.

Nos traen las imágenes, un tanto naífs, de estas mezclas: De español e india, mestizo; de mestiza y español, castizo o cuarterón; de castizo y española, español ; de español y negra, mulata; de español y mulata, morisco; de español y morisca, albino; de español y albina, negro tornatrás; de indio y negra, lobo, zambo o zambaigo; de lobo y negra, chino; de chino e india, cambujo; de india y cambujo, tentenelaire; de tentenelaire y mulata, albarrasado; de albarrasado e india, barcino; de barcino e india, campamulato; de indio y mestiza, coyote…

La diversidad enriquece y desde el siglo XVI los españoles, indios y negros se mezclaron.

Independientemente de tonterías intencionadas de, por ejemplo, AMLO, nieto de cántabros y astures, tan blanquito él, dejamos allí una impresionante colección de mil leches, un vocabulario engrandecido y, sobre todo, unos cuadritos preciosos.

Pon alguno en tu despacho.

Felipe Sánchez Gahete

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