Cartas al director
Referéndum, nuestro derecho preterido
La RAE define así la palabra referéndum: «Procedimiento por el que se someten al voto popular decisiones políticas de especial trascendencia.» La llamada «ley del cupo catalán» en ciernes es claramente un caso propio de referéndum ya que concierne al futuro de todos los españoles y los de las generaciones por venir. Un parlamento no tiene derecho a decidir sobre aspectos tan trascendentes cuando estos son sobrevenidos y el parlamento no fue elegido para ello. El referéndum está previsto en la Constitución exactamente para solucionar situaciones donde parlamentos no constituyentes pretenden producir cambios constitucionales. Está para defender la democracia y a los ciudadanos. Pumpido sólo vota como ciudadano.
No hemos sido consultados en referéndum desde 1986, 38 años. Esta partitocracia que padecemos nos prefiere callados. Demasiados parlamentarios traicionan obedientemente sus compromisos electorales a cambio de su sueldo y su ambición. Escasea el honor. No espere, Bieito, que uno sólo de los 120 parlamentarios sanchistas vote en conciencia, la tienen hipotecada.
En el reciente Comité Federal del PSOE, el subconsciente incontrolado de un Sánchez embriagado por los aplausos de una claque de 300 fervientes empleados suyos, dejó escapar para la televisión detritos de sus peligrosos delirios como el de gobernar permanentemente sin contar con el Poder Legislativo, es decir, fuera de la democracia. Tiene práctica. En un descuido afortunado, Sánchez reclamó a los dirigentes de la oposición «estar a la altura de los ciudadanos».
No hay mayor garantía de alcanzar esa altura que el referéndum. Los partidos de la oposición deberían aceptar el desafío que Sánchez no pretendió lanzarles (sólo quería insultar) y reclamarle que se convoque un referéndum para decidir sobre esa ley. Ahí no sirve el discurso de derecha frente izquierda. Ahí no se discute la continuidad del Gobierno. Esto trata de derechos ciudadanos que se verán afectados por una nueva desigualdad. El partido que, en las presentes circunstancias, niegue la necesidad de un referéndum, es que nos prefiere mudos y esclavos 38 años más.