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Cartas al director

La Fiscalía, el Gobierno ¿Y el Constitucional?

Que la Fiscalía General del Estado depende del gobierno, nos lo dejó muy claro en su día el señor presidente. Lo que aún nos puede ofrecer algunas dudas es la dependencia del Tribunal Constitucional, lo que no quita que nos la podamos suponer si recordamos, con ocasión de la última campaña electoral a las elecciones al Parlamento Europeo, la atinada premonición del señor presidente en Benalmádena, justo cuando nos anticipó la anulación parcial de la condena a Magdalena Álvarez, exconsejera de la Junta de Andalucía.

No obstante, la conjetura quedaría prácticamente aclarada si el sarcástico pálpito de fracaso del señor presidente, en alusión a los recursos de inconstitucionalidad interpuestos por las comunidades autónomas a la ley de amnistía, también resulta coincidente con la resolución del propio Tribunal Constitucional. Y de manera prácticamente definitiva, si por encima de la voluntad mayoritaria de los ciudadanos, de la declaración institucional del Consejo General del Poder Judicial, de los pronunciamientos de las asociaciones más representativas de jueces y de fiscales, de los principales sindicatos del Cuerpo Nacional de Policía y de la Guardia Civil, incluso por encima de las aversiones de algunos miembros históricos del propio partido del gobierno, y lo más humillante, por encima de la convicción del señor presidente hasta que cambió de opinión por virtuosa necesidad… Pues eso, si por encima de todos estos por encima, el Tribunal Constitucional falla la constitucionalidad de la ley de amnistía, entonces, blanco y en botella.

Y ahora, presumiblemente también constitucional, aunque sea una vez más a martillazos, el señor presidente nos pretende distraer con la necesidad imperiosa de un plan de regeneración democrática, teledirigido casi en su totalidad a la persecución de los medios que, a su criterio, desinforman, y que apuntan ser los mismos medios que precisamente nos mantienen informados. Sin duda una intención lamentable e inaudita, porque lo que realmente echamos en falta es un plan de regeneración política, un plan orientado a la profesionalidad de los diputados y senadores que conforman las Cortes Generales, al respeto riguroso de la independencia de los poderes del Estado y, faltaría más, a la autonomía plena del Tribunal Constitucional.

Javier Gálvez

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