Unos JJOO sin boxeo

Parece que el boxeo será excluido de los JJ. OO. que se celebrarán en Los Ángeles en 2028.

La razón parece estar en que el Comité Olímpico Internacional, organismo que no repara en la representación blasfema de la religión woke en clara oposición a los valores olímpicos; sin embargo, sí escatima en la negociación con la AIBA o en la organización independiente de una de las disciplinas más antiguas.

No solo es que el boxeo, como olímpico, fuera el agon luctatorio más antiguo en los JJ. OO. de la antigüedad cuando se incorporó en el año 688 a.C. como pymachia, sino que hay constancia de luchas con puños en tablillas sumerias del 3000 a.C. (Uruk), en los frescos de Akrotiri del s. XVI (Santorini) o en la estremecedora escultura de bronce Boxeador en reposo del s. I a.C. encontrado en las termas de Constantino.

Esto en lo tocante al arte. Pero ya en La Ilíada (s. VIII a.C.), ya se describe una pelea a los puños entre Euríalo y Epeo en el marco de los juegos fúnebres en honor a Patroclo. Y así con Bukowski, Hemingway, Norman Mailer, Hunter S. Thompson. ¿Y el cine? El pugilístico es un género en sí mismo.

Arte, literatura, cine e incluso tecnología (el primer evento deportivo filmado fue una pelea entre Jack Cushing y Mike Leonard en 1891), viven con y beben de lo que Ortega referiría respecto de la potencia deportiva como «en todo proceso vital, lo primario, el punto de partida, es una energía de sentido superfluo y libérrimo, lo mismo en la vida corporal que en la vida histórica.»

¿Qué acción más primaria y libérrima que luchar porque sí? Tiene que ver con la sublimación de la libertad del individuo.

Como decía el Barón de Coubertain respecto del espíritu olímpico, «lo importante en la vida no es el triunfo, sino la lucha; lo esencial no es haber vencido, sino haber competido bien».

El individuo, la lucha. La libertad. Precisamente todo lo que hoy no cabe en una ceremonia de apertura organizada por el COI.