Cartas al director
Cicerón y Catilinia
Quousque tandem abutere, Catilina, patientia nostra?
Esta famosa frase la pronunció Cicerón en un debate en el Senado contra un político corrupto que no hacía más que conspirar contra el Estado, poniendo en riesgo la paz y la estabilidad de la delicada República. El semblante y carácter de Catilina lo describe su otro también delator, Salustio, del siguiente modo:
«Su espíritu era temerario, pérfido, veleidoso, simulador y disimulador de lo que le apetecía, ávido de lo ajeno, despilfarrador de lo propio, fogoso en las pasiones; mucha su elocuencia, su saber menguado. Su espíritu insaciable siempre deseaba cosas desmedidas, increíbles, fuera de su alcance».
¿A quién nos recuerda el personaje histórico?
Cualquiera de los atributos citados podrían encajar perfectamente en la figura de Pedro Sánchez, especialmente tras las declaraciones de Víctor Aldama. Los seguidores dentro del gobierno, parlamentarios y compañeros de partido, en sus fueros internos, deberán estar alucinando y atemorizados ante las noticias del otro día y lo que puede venir, porque políticos como Sánchez no solo se hunden ellos mismos, sino que arrastran en su caída a propios y extraños. A ver hasta donde puede aguantar la paciencia de socialistas y no socialistas, ante la gravedad extrema de lo que puede salir a la luz, tras esconderse en el fango de tantos años de ocultaciones y sombrías gestiones.