Cartas al director
El rizado juez
Sus disimulos andariegos me parecen ridículos, inclusive su cachonda y titubeante sonrisa, burlona e incómoda y sus labios chupados uno con otro. Sus andares altivos y prepotentes y su pajarita negra a veces como queriendo marcharse de su desigual traje, como si se quisiese carcajear con la chufla que la tiene metida entre la camisa.
Yo creía que los señores jueces eran serios, prudentes y discretos. Mira por donde estaba equivocado. Desde entonces le he ido viendo su altanería con una insolencia y descaro. Solo le ha faltado decir a este mismo fiscal cuando va altanero y arrogante por la calle, decir: aquí estoy yo con mi circunstancia y particular estilo. Un poco zafio y grandilocuente para un juez.
Estamos viendo las deliberaciones de las partes en este chirriado caso de este juez, en el que, tirios y troyanos no se ponen de acuerdo. Aquí está la cuestión, una salsa de mentiras y conjuraciones de todo un circo que marchan alrededor de la diosa ley, que, aunque, le ponga muchas comas, siempre están incordiándose unos con otros.
La UCO de la Guardia Civil, les tendrán a todos estos tirios y troyanos en el vértice del ángulo, ni más abierto ni menos conjuntado.