Cartas al director
Europa, Trump y la gran estafa del libre comercio
La Unión Europea y el Gobierno español han perfeccionado un arte sutil: subvencionar medios para fabricar verdades convenientes. ¿El guion? Trump es un ogro proteccionista y la UE, un faro de liberalismo ilustrado. Nada más lejos de la realidad. Porque si hay un muro de aranceles en Europa, no lo ha construido Washington, sino Bruselas, con su burocracia kafkiana, su asfixia fiscal y su amor patológico por la regulación.
Claman por el libre comercio, mientras exprimen a sus propias industrias con impuestos que harían sonrojar a un recaudador medieval. Presumen de librecambismo mientras prohíben competir a sus agricultores y ganaderos, pero importan sin restricciones desde Marruecos y China. No, la UE no defiende la libre empresa. Defiende su telaraña de normas y su maquinaria parasitaria, esa que premia la ineficacia y castiga la productividad.
Von der Leyen, la campeona del doble rasero, se rasga las vestiduras por los aranceles de Trump, pero en Davos confesó sin querer que Europa depende de EE.UU. para la tecnología, el gas y, si nos apuramos, hasta para el sentido común. Eso sí, su solución es brillante: prohibir la explotación de nuestros recursos y pagar el triple por los de fuera. Estrategia de manual