Cartas al director
La grasa de la Administración Pública
A semejanza del cuerpo humano que va depositando grasa nociva en él a lo largo del tiempo, la Administración Pública también la va acumulando en sus venas, como consecuencia de una desmedida estructura que da lugar a presupuestos sobredimensionados (colesterol malo) en los que prima satisfacer a los partidos y grupos políticos en detrimento de la racionalidad. La solución para sanear la administración de esta grasa acumulada no es otra que someterla a régimen severo o si la grasa es excesiva proceder a una intervención quirúrgica rigurosa para sanearlo. Creo que en la actualidad la Administración Pública española adolece de estos males que tienen como consecuencia una deuda pública preocupante y un déficit crónico excesivo. Es preciso actuar en un doble sentido. De un lado, reducir el número de ministerios, consejerías, etc. superfluos (tenemos el gobierno más sobredimensionado de toda Europa). De otro reducir el gasto, partiendo de los llamados en la jerga presupuestaria «Presupuestos base cero».
Es decir, ir revisando, uno a uno, los gastos superfluos e inversiones y subvenciones innecesarias que es preciso eliminar de los presupuestos de ministerios, consejerías, etc. Por ejemplo, procediendo a la limpieza de las incontables sociedades públicas en las que se fomenta el amiguismo en la contratación del personal, la revisión y eliminación de gasto corriente innecesario e inversión improductiva o cortar las subvenciones desproporcionadas concedidas generosamente a grupos diversos que se benefician de ese maná que cultiva el populismo. El problema es: ¿quién le pondrá el cascabel a ese gato? ¡Cómo echo de menos a los profesores Fuentes Quintana y Barea, que supieron poner orden y racionalidad presupuestaria!