Cartas al director
La profesión docente: entre la vocación y el abandono
En España, ser docente es una labor heroica. No porque nos enfrentemos a aulas masificadas o currículos sobrecargados, sino porque cada día libramos una batalla invisible contra el desprestigio de nuestra profesión. Se nos exige ser formadores, psicólogos, mediadores y, a menudo, figuras parentales de sustitución. Paradójicamente, nuestro reconocimiento social y profesional se encuentra en mínimos históricos.
Salarios indignos y carrera profesional estancada
La docencia en España no es atractiva ni económicamente ni en términos de desarrollo profesional. Los salarios de los docentes están por debajo de la media de la OCDE, lo que no solo desincentiva la entrada de nuevos talentos, sino que también empuja a los más preparados a buscar otras opciones. Además, no existe un plan de carrera real: un profesor puede entrar con 25 años y jubilarse con 65 sin haber tenido ninguna posibilidad de ascenso, más allá de los puestos directivos de un centro, una tarea más administrativa que educativa mal pagada y que cada vez cuesta más que asuman los docentes por la responsabilidad, burocracia y desgaste que conlleva.
La falacia de la 'autoridad' docente
En 2010, la Ley de Autoridad del Profesor parecía un avance en la revalorización del docente, pero sobre el papel se quedó. En la práctica, el maestro sigue estando a merced de alumnos y familias que, con demasiada frecuencia, ven la educación como un derecho, pero nunca como una responsabilidad compartida. La sobreprotección parental ha alcanzado cotas alarmantes: cualquier corrección se convierte en un agravio, cualquier intento de imponer disciplina en un abuso de poder. El mensaje es claro: el profesor está solo ante el peligro.
El desprestigio de la profesión: todo el mundo opina, nadie escucha
Si hay un campo donde todo el mundo se siente experto, es la educación. Padres, políticos y tertulianos dictan sentencias sin haber pisado un aula. Mientras tanto, los docentes, los verdaderos profesionales de la educación, son relegados al papel de meros ejecutores de leyes cambiantes, diseñadas por quienes desconocen la realidad de un centro escolar. El resultado: una enseñanza sometida a modas pedagógicas, criterios ideológicos y ocurrencias burocráticas que hacen de la educación un experimento constante.
Prestigiar la docencia: una cuestión de país
España no puede permitirse seguir ignorando el problema. Urge un pacto educativo que blinde la figura del docente, mejore sus condiciones laborales y devuelva la dignidad a una profesión clave para el futuro del país. Sin docentes motivados, respetados y bien formados, no hay educación de calidad. Y sin educación de calidad, no hay futuro.