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Cartas al director

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Parece que muchas mujeres y algunos hombres han sentido rabia y frustración, incluso la ministra y candidata señora Montero habla de «impotencia» ante la absolución de Dani Alves por el Tribunal Supremo. Deberían reflexionar en que hubo tiempos en que no había jueces independientes del poder político y en los que la condena era algo personal, ajeno a cualquier actividad probatoria. Ahí sí corrían peligro de verse desamparadas las mujeres y también los hombres. Desde la Declaración de Derechos Humanos (artículo 11), pasando por el Pacto de los Derechos Civiles y Políticos (artículo 14.2) hasta la Constitución (artículo 24.2) el derecho a no ser condenado sin prueba suficiente ampara a «todas las personas».

Y todas deberían alegrarse de que el Tribunal Superior corrija a la Audiencia Provincial, demostrando que también funciona el derecho al recurso, que forma parte del derecho a la tutela judicial efectiva. A veces, es imposible saber qué ocurrió detrás de la puerta. Y entonces, después de un juicio justo, solo cabe esperar una sentencia justa, que solo condenará si ha quedado completamente acreditado, sin ningún género de duda, que ocurrió lo que nunca debió suceder.

Teresa Rivera

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