Jaén: otro bochornoso despliegue de inmoralidad de Sánchez
Al igual que se compró el apoyo del separatismo con dinero y reformas impúdicas, lo hace con una alcaldía andaluza a cualquier precio
El abordaje del PSOE a la alcaldía de Jaén, mediante una moción de censura tan legal técnicamente como espuria por el cambalache que la ha hecho viable, ratifica la ausencia de límites en la organización encabezada por Pedro Sánchez, cuyo estreno en la Presidencia también fue posible con un pacto similar con la extrema izquierda y todo el independentismo.
La compraventa de voluntades políticas siempre es condenable, se haga con dinero en maletines a título individual o, como en estos casos, con prebendas obscenas: las de Sánchez fueron suscribir el relato del separatismo, asumir la teoría de que España es un «Estado opresor» y cumplimentar todas las exigencias legislativas, económicas e institucionales de sus aliados, en una operación que tiene más de chantaje atendido que de acuerdo constructivo.
En Jaén, el modus operandi es parecido: el propio PSOE se ha comprometido a aplicar una especie de condonación de la deuda de Jaén, un abuso que negocia el nuevo alcalde para convencer a su socio de la izquierda radical y garantiza la vicepresidenta y ministra de Hacienda, María Jesús Montero, en calidad de número dos de Sánchez y probable aspirante a la presidencia andaluza.
Si es lamentable que un partido negocie con los recursos públicos como si, en lugar de deberse a las instituciones y a sus reglas fueran meras herramientas partidistas, es lamentable y confirma la deriva autoritaria de Sánchez. Porque solo en regímenes sin democracia real se sitúa en la cúspide a una formación política y, bajo ella, a las instituciones que en realidad están por encima.
Que además lo haga con el dinero de todos los españoles es probablemente ilegal, con visos de penalidad incluso, y ratifica la negligente tendencia del presidente a utilizar los presupuestos públicos, los impuestos y el valor de la igualdad como una moneda de cambio: lo ha hecho con el nacionalismo catalán y vasco, bajo el eufemismo de aprobar una «financiación singular» que quiebra la unidad fiscal de España. Y lo quiere hacer con Jaén, avanzadilla indisimulada del intento socialista de recuperar Andalucía.
Para el PSOE, en fin, no existen ni los principios ni las líneas rojas, y todo se puede moldear, invertir y adaptar a sus intereses, sean políticos o personales, pero en todo caso por debajo de los colectivos.
La política se rige por unas normas conocidas y reconocibles en el cuerpo legislativo, pero también por un espíritu que no necesita ser escrito para ser aplicado: no basta con poder sumar, además hay que entender que si esa suma solo prospera a cambio de asumir todo aquello que debía evitarse, en realidad es una resta. Para Jaén, para España y para ese bien común que a Sánchez no le importa si contraviene sus objetivos, siempre alejados de la decencia más elemental.