Dos minutos contra el terrorismo
Posiblemente esta fue la última ocasión en que todos los partidos políticos de España estuvieron de acuerdo en algo tan importante como era la condena del terrorismo y la defensa de la democracia, de las libertades, y de la Constitución
El 8 de mayo se cumplen 41 años de la primera repulsa masiva de la población española al terrorismo de ETA y GRAPO. Hay que comprender cada hecho histórico en su contexto, y no en el contexto de cuando se escribe, que lamentablemente es lo frecuente, y sobre todo en las películas de Hollywood y en la «memoria histórica». El 8 de mayo de 1981 se llevó a cabo un paro nacional sin precedentes de dos minutos, en la calle, en el trabajo, en todos los pueblos y ciudades de España, a las 12 del mediodía, sin manifestaciones, cada uno se manifestó donde estaba aquel día y a aquella hora. Fue una respuesta de todo el pueblo español, en todas partes y en cualquier parte, la primera en la que el pueblo dijo «hasta aquí hemos llegado» al terrorismo de ETA y del GRAPO.
El contexto histórico de aquellos momentos era muy distinto al de ahora. Había competición, pero también mucha colaboración, entre todos los partidos políticos, pues los españoles estábamos embarcados y entusiasmados con la transición de la dictadura a la democracia. Y solo unos meses antes la naciente democracia española se vio amenazada por un intento de golpe de Estado, el 23 de febrero de 1981. No es este el objeto de este breve recuerdo, pues esa lamentable fecha se recuerda año tras año. Y entonces se llevó a cabo una gran manifestación en Madrid, y en muchas ciudades españolas, «por la democracia, la libertad y la Constitución», manifestación promovida por el Gobierno de España y por todos los partidos políticos y celebrada el 27 de febrero de 1981.
El 4 de mayo, dos pistoleros del GRAPO atentaron contra el general Andrés González de Suso en la calle Hermosilla de Madrid. El general murió en el acto, a pesar de que su conductor le llevó en el coche inmediatamente al hospital más cercano. Uno de los dos pistoleros, en la huida, mató también al cabo de la Policía Nacional D. Ignacio García García, que estaba por la zona, de servicio, cuando intentó detenerles.
Por esa razón, el 6 de mayo nos reunimos los cuatro responsables de la información en los cuatro principales partidos nacionales, AP, UCD, PSOE y PCE. Desde los acontecimientos del 23-F habíamos adoptado la costumbre de reunirnos de vez en vez para analizar la situación política de España. Entonces todos los grandes partidos, y también los nacionalistas, éramos constitucionalistas, defendíamos la Constitución de 1978, y aunque competíamos en las elecciones, colaborábamos para consolidar la democracia. Y cuando digo todos quiero decir todos. Los cuatro responsables de la información éramos Gabriel Elorriaga (AP), Enrique Múgica (PSOE), Simón Sánchez Montero (PCE) y yo mismo por la UCD. El lugar de nuestras reuniones no era fijo, y las más de las veces era para comer o cenar, y otras en la sede de alguno de los partidos. La reunión del 6 de mayo la tuvimos en la sede del PSOE, en la calle de Santa Engracia. Los atentados de ETA se habían sucedido implacablemente desde antes de la muerte de Franco, pero se intensificaron durante la transición política, en los años 70, los de más sangre, y el del general González de Suso era el cuarto desde el 23-F. Por eso nos reunimos, para analizar qué hacer, como también habíamos hecho con el intento de golpe de Estado del 23-F, en el que no hubo ninguna víctima mortal.
Alguno de los presentes propuso convocar una manifestación contra el terrorismo, pero la descartamos para evitar que se comparase el número de asistentes con el de la celebrada por el 23-F a favor de la Constitución el 27 de febrero. Recuerdo muy bien que Simón Sánchez Montero propuso entonces un paro en los centros de trabajo de dos minutos, puesto que él podía lograr el apoyo para ello de los dos sindicatos principales, CCOO y UGT. Inmediatamente recogí la idea y propuse ampliarla a toda la sociedad, no solo a los centros de trabajo, sino a todos los ciudadanos, parando dos minutos en la calle, en los centros de trabajo, en los hogares, un paro general en toda España pero sin manifestaciones. Los cuatro estuvimos de acuerdo inmediatamente, aunque con cierto temor por el posible fracaso, y me comisionaron, como autor de la idea y como representante que era del partido en el Gobierno de España, para que estudiase la forma de llevar a cabo esa idea, entonces totalmente original. Desde el primer momento me di cuenta de que, para que la idea tuviese seguimiento, había que contar con el respaldo de los medios de comunicación, prensa, radio y televisión. Por ello, mi primer movimiento fue ir a ver a Carlos Robles Piquer, entonces presidente del ente Radio Televisión Española. Carlos Robles nos prometió todo el apoyo de los medios de comunicación del Estado, pero me recomendó que hablase con Luis del Olmo, que entonces dirigía el programa radiofónico De costa a costa, de RNE-1, el programa radiofónico con mayor audiencia en toda España. En la reunión del 6 de mayo habíamos acordado que el paro de dos minutos tuviese lugar el día 12 de mayo. Y Luis del Olmo no solo aceptó ocuparse de airear y pedir a todos los españoles que parasen ese día, sino que nos proporcionó el eslogan para la convocatoria: «El 12 a las 12», y pidió a todos los españoles que ese día colgaran de sus ventanas y balcones la bandera española o, en su defecto, una sábana blanca o cualquier tela para manifestar su repulsa al terrorismo. La capacidad de convocatoria de Luis del Olmo fue superior a su fama, como luego se comprobó. Y fue Sánchez Montero, otra vez, quien hizo un llamamiento a la Conferencia Episcopal para que repicaran las campanas de todas las iglesias, y a los sindicatos para que sonaran las sirenas de las fábricas.
Pero el 7 de mayo, al día siguiente de nuestra primera reunión cuatripartita, y después de las gestiones citadas y que inmediatamente habían llegado a todas las redacciones de los medios de comunicación, se produjo un nuevo atentado, esta vez, de ETA, contra el Tte. general Joaquín de Valenzuela, que fue jefe del Cuarto Militar de la Casa del Rey, y que logró sobrevivir al atentado, pero no así su ayudante, el Tte. coronel Guillermo Tovar Saco, el suboficial de escolta Antonio Nogueira García, y el soldado conductor Carlos Rodríguez Taboada, todos los cuales murieron en el atentado, además de que diez transeúntes resultaron con diferentes heridas.
Esa misma tarde nos volvimos a reunir, esta vez en la sede de UCD, los cuatro representantes y tomamos la decisión de adelantar el paro de dos minutos al día siguiente, 8 de mayo, a las 12:00 de la mañana. Luis del Olmo, y todos los demás medios de comunicación, en todo el territorio nacional, convocaron a los ciudadanos a seguir el paro de dos minutos. El éxito fue total, pues la gente paró durante dos minutos en la calle, pararon los autobuses y los coches y los conductores salían del coche para estar de pie en la calle, salieron los diputados del Congreso, los líderes de los partidos salieron a la calle y pararon durante dos minutos con los ciudadanos. No es necesario decir que yo estaba más nervioso que un flan, pensando en que el llamamiento no tuviera el resultado esperado, pero los hechos superaron con mucho las expectativas. Desde la calle de Cedaceros, en Madrid, esquina a la calle de Alcalá, sede de UCD, pude escuchar, en un silencio sepulcral y con todo el tráfico parado y la gente de pie y en silencio en la calle, las 12 campanadas en el reloj de la Puerta del Sol. Confieso que no pude contener las lágrimas, como mucha más gente. Ese mismo día todos los medios de comunicación, y más aún al día siguiente, plasmaron en crónicas y fotos el paro a las 12:00 del mediodía, en las ciudades y pueblos andaluces, catalanes, vascos, castellanos, con el respaldo de líderes y ciudadanos, incluidos Pujol y Garaicoechea y sus respectivos partidos. Posiblemente esta fue la última ocasión en que todos los partidos políticos de España estuvieron de acuerdo en algo tan importante como era la condena del terrorismo y la defensa de la democracia, de las libertades, y de la Constitución.
- Juan Díez Nicolás es académico de número de la Real de Ciencias Morales y Políticas