Constantes en el éxito y fracaso de una Europa unida
Todos los intentos para unir a los países europeos se han basado en la unión inicial, voluntaria o forzosa, de Francia y Alemania. Todos han ignorado a Rusia o han fracasado en intentar su integración en esa unión
La idea de unir a los pueblos de Europa ha sido una constante histórica, y se remonta a doscientos años antes del nacimiento de Cristo, cuando la república de Roma se impone a Cartago (tres guerras púnicas) y a Grecia, logra el control del Mediterráneo, y superada su guerra civil (especialmente con Pompeya, vencida en la batalla de Munda), establece el Imperio Romano con Cesar Augusto como su primer Emperador, desde el año 14 a.C. hasta el 27 d. C. El Imperio Romano duró cinco siglos, hasta el año 476 d.C., y llegó a abarcar desde el Océano Atlántico hasta los mares Caspio y Rojo, y desde el desierto del Sahara hasta Britania, pero nunca conquistó Caledonia (Escocia). El Imperio Romano logró su éxito mediante una organización económica (comercio interior de recursos en un territorio que llegó a tener 5 millones de kilómetros cuadrados y 100 millones de habitantes) y una organización política (basada en un derecho común codificado, el Derecho Romano), además de un gran sistema de comunicación (las calzadas romanas), un gran ejército (las centurias y legiones) y un idioma común (el latín). Su caída se debió principalmente a la incapacidad de controlar y defender un territorio y una población tan grandes, pues su éxito condujo a un exceso en el disfrute interno de su bienestar, a una atracción de inmigrantes desde el exterior, y a un relajo de su seguridad frente a la invasión de pueblos del norte y del este.
Dos siglos después, el Imperio Romano renació con Carlomagno, Carlos I en las dinastías de Francia y Alemania, considerado el padre de Europa, que comenzó siendo Rey de los francos en 768, y que después de anexionarse parte de Alemania y de Italia fue coronado Emperador en 800 hasta su muerte en 814. Su Imperio se dividió en tres en 843 por el tratado de Verdún.
Otro siglo después volvió a renacer el Imperio Romano, con el nombre de Sacro Imperio Romano Germánico, con Otón I, en la Francia oriental, que duró más de nueve siglos, hasta 1806, cuando abdicó Francisco II de Habsburgo. Su momento de mayor esplendor posiblemente fuese con nuestro Rey Carlos I de España y V de Alemania, y con su hijo Felipe II, en cuyo imperio no se ponía el sol. Este período ha sido también denominado por los historiadores como Primer Reich. Llegó a integrar 300 estados europeos, pero se desintegró al ser derrotado por Napoleón en Austerliz, siendo sucedido por la Confederación del Rin, con 16 estados aliados de Napoleón.
Napoleón, Emperador desde 1804 a 1814, logró por la fuerza de sus ejércitos una nueva unión de gran parte de Europa, aunque fracasó finalmente en España y en Rusia, y por último en Waterloo, en el corazón de Europa. También construyó su imperio sobre una organización económica (basada en el comercio interior) y una organización política (basada en un derecho codificado), y en el pueblo (más bien la burguesía) a través de la república, todo ello sostenido por unos ejércitos poderosos. Fracasado el imperio napoleónico, resurge otra vez la idea de una Europa Unida con el Segundo Reich encarnado en la figura de Bismarck (1871-1918), que es derrotado en la Primera Guerra Mundial y disuelto por el Tratado de Versalles.
Las duras sanciones impuestas a Alemania, junto a la aparición de movimientos sociales marxista-leninistas fueron el caldo de cultivo para que surgiera un Tercer Reich con Hitler como protagonista (1933-1945), que también intentó unificar Europa bajo su mando, y que fue derrotado en la Segunda Guerra Mundial por los ejércitos aliados, fracasando igual que Napoleón tanto por España (que se negó a permitir la entrada de sus ejércitos y permaneció neutral), como por Rusia (primero aliada y luego quien derrotó e invadió Alemania).
Este largo recorrido histórico pone de relieve algunas constantes para el éxito y el fracaso de los intentos por lograr una Europa unida. Los éxitos parecen ser la cooperación entre una organización económica y una organización política (basada en el derecho) comunes a un estado o a una agrupación de estados, en unos ejércitos capaces de defender la seguridad y las fronteras de la unión lograda, y en unos valores culturales comunes (religión, historia, cultura, idioma, etc.). El fracaso se ha debido generalmente a conflictos internos y a la oposición y recelo del Reino Unido, y después, al Reino Unido junto a los Estados Unidos, aunque también a otros factores. Comenzando por el Reino Unido, hay que señalar que el Imperio Romano no logró integrar a las Islas, pues no solo no logró hacerlo con Escocia, sino que pronto obligó a replegar las legiones al territorio continental. Carlomagno no logró tampoco incorporar a Britania, y menos aún lo hizo el Sacro Imperio Romano Germánico, pues desde Enrique VIII Inglaterra ha desconfiado de una Europa unida, de manera que fue el mayor enemigo del Imperio Español (que fue el Sacro Imperio con la casa de Habsburgo, desde Carlos I hasta Carlos II), también de Napoleón (por el duque de Wellington), de Bismarck (por Lloyd George y la participación de los Estados Unidos), y de Hitler (por Churchill y Roosevelt). De igual manera, el segundo gran obstáculo ha sido la confrontación con la región MENA (Norte de África y Oriente Medio) por el control del Mediterráneo (Cartago y las guerras púnicas, Lepanto, imperio persa, conquista de Egipto por Napoleón, imperio otomano, Montgomery vs. Rommel). Después de la II Guerra Mundial, solo el Presidente De Gaulle, de Francia, defendió la idea de una Europa «desde el Atlántico a los Urales» y la necesidad de ser independientes en materia de seguridad con armamento nuclear (la «forcé de frappe»).
Todos los intentos para unir a los países europeos se han basado en la unión inicial, voluntaria o forzosa, de Francia y Alemania. Todos han ignorado a Rusia o han fracasado en intentar su integración en esa unión. Y todos han tenido el rechazo e incluso el enfrentamiento por la fuerza con el Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte, con ese nombre o cualquier otro, y más recientemente con la ayuda de su antigua colonia, los Estados Unidos de América del Norte.
- Juan Díez Nicolás es académico de número en la Real de Ciencias Morales y Políticas