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En primera líneaGustavo de Arístegui

China contra Occidente, el confucianismo en guante de seda

A pesar del tono mesurado de este mensaje a Occidente, no deja de traslucir que China considera que Occidente, con los EE.UU. a la cabeza, están en un inexorable e inevitable proceso de descomposición y decadencia desde la implosión de la URSS

Actualizada 01:30

Vistos desde Asia, Europa y nuestros problemas se relativizan y parecen encogerse, pero esta impresión es errónea y profundamente peligrosa. El expansionismo chino en nuestras zonas de influencia es una realidad que no se puede ignorar. Es verdad que este inmenso continente, es el 29% del territorio y representa el 60% de la población de la Tierra. En términos de PIB ya es el primer continente por delante de América y Europa. La potencia económica, militar y demográfica de China e India, no nos pueden hacer perder la perspectiva de nuestros problemas, nuestras crisis y la imperiosa necesidad de evolucionar para no quedar atrás, aceptando, eso sí, que Europa no volverá a ser la primera potencia económica del mundo. Europa debe intentar permanecer a la vanguardia de la ciencia, la tecnología, la ingeniería y si se puede, la investigación, pues esas son las verdaderas fuentes de influencia, desarrollo y riqueza en el siglo XXI.

China

El Debate

La guerra de Ucrania está mucho más vinculada a la geopolítica global de lo que puedan pensar los más acérrimos teóricos del movimiento Trumpiano, que creen que, si EE.UU. impone la paz en el conflicto en el que hay un Estado agresor y un Estado víctima, podrán replegarse hacia adentro, fortalecerse y así poder enfrentarse, con garantías de éxito, a quien consideran su verdadero adversario: China. Pues no, no podrán. Veamos por qué.

He leído con enorme interés en el South China Morning Post de Hong Kong la larguísima declaración (en forma de entrevista) del politólogo más prestigioso e influyente de China, el profesor Zheng Yongnian. El emisario del mensaje y el medio elegido para emitirlo subraya la «solemne oficialidad oficiosa» del mismo (permítanme el retruécano). El profesor Yongnian, que no da puntada sin hilo en la entrevista/declaración/hoja de ruta, asegura que por mucho que se empeñe, EE.UU. no puede, ni debe (sic) desvincularse de Europa y de Oriente Medio porque acabaría pasándole una muy onerosa factura además de provocar (más bien ahondar, diría yo) en el caos mundial. Un intelectual chino favorable a la influencia estadounidense en Europa y Oriente Medio, leer para creer.

Yongnian defiende el orden internacional liberal (podemos todos cerrar la boca después del pasmo…) y que la economía pura y dura, más que la geoeconomía, meterá en vereda al mundo volviendo al orden liberal internacional (sic). Subraya que no se puede excluir ni a Ucrania ni a la UE de las negociaciones de paz pero que tampoco a China. Cree que el capital estadounidense, y también europeo, romperá las barreras arancelarias porque su tendencia es a buscar el beneficio y éste sólo se da en la globalización. Hace tres advertencias: 1) no se debe menospreciar el daño que Trump va a infligir al comercio mundial. 2) No debe subestimarse la capacidad del capital de encontrar nuevos cauces para «reglobalizar» la economía y 3) No se debe ignorar la capacidad de China para abrirse al mundo y para exportar y atraer capital. Llega a decir que están dispuestos a instalar sus fábricas en los EE.UU. como eje central de su nueva estrategia de crecimiento y para evitar las barreras arancelarias.

Niega que la reconciliación entre los EE.UU. y Rusia sea posible, por mucho que se empeñe Trump, pues dice (con razón) que el profundo y exacerbado antagonismo y enemistad dura ya más de un siglo. Su análisis de la guerra de Ucrania está, curiosamente, más cerca del europeo que del de Trump 2.0. Esto parece algo más que un aviso al navegante ruso, a quien los chinos consideran una economía menor y una potencia regional armada, eso sí, hasta los dientes. Es una verdadera declaración estratégica hecha deliberadamente en Hong Kong donde Occidente tiene miles de ojos y oídos oficiales y privados. El mensaje no es sólo a los gobiernos, tiene como destinatario también a los mercados. Resulta balsámico escuchar que una personalidad china de tanta enjundia diga estas cosas, pero las «armoniosas» declaraciones –el PCC tenía como leitmotiv que «Una China armoniosa contribuyese a construir un mundo armonioso» (sic)–, deben estar acompañadas de acciones.

Yongnian asegura que no habrá una confrontación militar entre los EE.UU. y China (porque en mi opinión en este momento no les conviene) y al mismo tiempo dice que habrá una absorción «pacífica de Taiwán» aunque no se excluye la «presión» militar. Advierte que nunca una gran potencia ha logrado doblegar a otra desde el final de la segunda guerra mundial, ya que la implosión de la URSS la atribuye a su falta de reformas económicas y no a la victoria de EE.UU. y sus aliados.

En esta y otras declaraciones oficiales y oficiosas asumen la inevitabilidad del choque por la hegemonía tecnológica y la influencia mundial, eso sí, contrastando el método estadounidense de influencia por «imposición hegemónica» con el chino que ellos denominan el «sistema de influencia tributaria» que consiste en ser «estratégicamente pacientes» y flexibles, sin trastocar el orden local, influyendo en los ámbitos inversor, comercial y financiero. Y añado yo, para convertirse en potencia hegemónica casi sin hacer ruido.

A pesar del tono mesurado de este mensaje a Occidente, no deja de traslucir que China considera que Occidente, con los EE.UU. a la cabeza, están en un inexorable e inevitable proceso de descomposición y decadencia desde la implosión de la URSS. El mensaje está envuelto en un indisimulado complejo de superioridad moral e ideológico y expuesto con orgullo casi arrogante. Europa y EE.UU. en la nomenclatura oficial china seguimos siendo el enemigo y se nos considera PDP, potencias del pasado en declive (por sus siglas en inglés). Esto me recuerda con escalofrío lo que le dijo un alto cargo del Partido Comunista Chino a un amigo y compañero diplomático que era a la sazón Cónsul General de España en Shanghái, cuando este le pregunto: «¿Y en este futuro de hegemonía china, estadounidense e india, donde nos sitúa a Europa?» Su interlocutor le respondió con indisimulada condescendencia: «serán Uds. nuestros museos, lugar de vacaciones y de compras de lujo, así como nuestro parque temático histórico-cultural». Me temo que este espeluznante futuro distópico ya nos atropelló.

  • Gustavo de Arístegui San Román es diplomático y fue embajador de España en la India
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