Fundado en 1910
En Primera LíneaJavier Junceda

Amnésicos

La lucha contra el poder es la de la memoria contra el olvido, sentenció Kundera. Cuando un pueblo ignora los acontecimientos cercanos, y no digamos los remotos, está a merced de aquellos que persiguen cualquier objetivo menos el conveniente para avanzar

Actualizada 01:30

Si no nos acordamos de lo que pasó anteayer, estamos como para recordar lo de hace tiempo. La sucesión de sobresaltos que hemos vivido en los últimos años, en España y el mundo, nos ha vuelto amnésicos. Esta acusada pérdida de memoria se percibe con claridad en cualquier ámbito, desde el político al social. Nos cuesta identificar, por ejemplo, la primera de las innumerables trapacerías de determinado mandamás, o las andanzas de tal o cual personaje conocido. Ya no es que nos traigan sin cuidado esas cosas, es que no somos capaces ni tan siquiera de evocarlas.

Amn

Lu Tolstova

En este olvido de lo más reciente estamos incluso peor que los animales salvajes. Los estudios revelan que las bestias carecen en buena medida de memoria a corto plazo, pero almacenan información útil sobre lo que puede ayudarlas a sobrevivir, como les pasa a los elefantes. Hoy, al ser humano le resulta complicado hasta algo tan elemental, como puede comprobarse con el mantenimiento del apoyo electoral a quienes constituyen un serio riesgo para las democracias o para los asuntos que nos dan de comer. Ni tomamos nota de lo que es bueno, malo o regular para nuestro bienestar a partir de las experiencias previas, ni logramos tampoco retener los peligros que se han materializado en catástrofes hace bien poco.

Si esto ocurre con lo acontecido apenas unos días o meses atrás, no me quiero ni imaginar con lo de hace décadas o siglos. De ahí el interés por reescribir la historia a gusto de quienes sienten aversión al rigor con que debe abordarse. Son los que están encantados de borrar capítulos ominosos protagonizados por sus ideas y de hacer lo mismo con los éxitos cosechados por los contrarios. Los que imponen determinada forma de ver el pasado rehaciéndolo a su antojo, para consumo rápido de una sociedad pasmada.

La lucha contra el poder es la de la memoria contra el olvido, sentenció Kundera. Cuando un pueblo ignora los acontecimientos cercanos, y no digamos los remotos, está a merced de aquellos que persiguen cualquier objetivo menos el conveniente para avanzar. El presentismo, para el que no existe ni ayer ni mañana, es el terreno mejor abonado para esta odiosa forma de dominación social, e incluye llevar conceptos actuales a hechos pretéritos, como no dejan de practicar los populismos de ciertas naciones en Hispanoamérica, empeñados en distorsionar la interpretación histórica a golpe de estúpidas consignas para uso inmediato de hordas manipuladas.

Que, en este contexto amnésico generalizado, se pretendan rememorar etapas lejanas solo puede tener explicación desde una inequívoca inclinación totalitaria. Con iniciativas así se busca adoctrinar y huir por completo de la verdad histórica. Y que eso se produzca en países donde hasta el más tonto hace relojes, con casas repletas de títulos académicos colgados de la pared, como España, permite ser escéptico con la formación que hemos dispensado a esa generación más preparada que nunca habíamos tenido, como se escucha decir.

Prescindir de la memoria, próxima o remota, es la antesala de la decadencia. Y restablecerla, el camino del esplendor. Las fórmulas que han resultado desastrosas en términos ideológicos no pueden retornar, como en la actualidad advertimos. Hemos de recordar sus estragos, que perviven en algunas desdichadas naciones. Es inexplicable que, solo unas décadas después de la devastación que en Europa provocaron los extremismos, amenace con volver la burra al trigo. Nada ha cambiado desde entonces en esas pestilentes doctrinas, que continúan persistiendo en errores de una capacidad destructiva que jamás debiéramos ignorar.

No es descartable, tampoco, que esta lamentable amnesia cuente como potente coadyuvante con esa infoxicación en la que insiste Byun-Chul Han, impulsada por el acceso permanente a internet. El empacho que padecen a diario infinidad de usuarios de la red, navegando en océanos de informaciones contradictorias, falsas o imaginadas, provoca en no pocos una acusada tendencia a la desconexión o, en el peor de los casos, a una confusión de órdago que dificulta discernir entre lo cierto e incierto.

Sea como fuere, desconocer lo que nos ha sucedido, sin querer sacar las pertinentes lecciones, es la peor condena que puede existir. Equivale a repetir las equivocaciones del pasado, algo propio de merluzos, que es en lo que nos hemos acabado convirtiendo.

  • Javier Junceda es jurista y escritor
comentarios

Más de Javier Junceda

jjunceda
  • Piratas digitales

  • jjunceda
  • Criterio

  • jjunceda
  • Verdades judiciales

  • jjunceda
  • Esperanza política

  • jjunceda
  • Los otros derechos humanos

  • Más de En Primera Línea

    tracking