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TribunaTino de la Torre

El Siglo de las Luces (led)

En medio del camino lo mismo nos estamos perdiendo, ya que muchas de las ciudades que han entrado en esta carrera «luminosa» parecen olvidar que ya por sí solas tienen un patrimonio arquitectónico durante el día que es de obligada visita

Actualizada 13:18

El Siglo de las Luces, en el siglo XVIII, fue así denominado por su declarada finalidad de «disipar las tinieblas de la ignorancia de la humanidad mediante las luces del conocimiento y la razón»; ni más ni menos. Ideales tales como la libertad, el progreso, la tolerancia, la fraternidad, el gobierno constitucional, y la separación del estado y la iglesia tienen su nacimiento también en esta época. Fue uno de los momentos de progreso del ser humano.

Ahora en este siglo XXI, parece que hemos entrado en el Siglo de las Luces (led). Con la excusa de que consumen menos que las otras (las que quemaban cuando las tocabas) lo cierto es que cada vez se ponen más en las ciudades cuando llega esta época navideña. Incluso, después de este período, muchas ahí quedan todo el año. Cuando se trata de estas decoraciones parece que el coste del megavatio no importa.

Este despliegue de luz tan impresionante, además, no tiene límites. Cada vez más iluminación, cada vez más potente, cada vez en más ciudades, hasta el punto de que hemos entrado en una disparatada carrera de ver quién pone más luces. Y hacen competencia las ciudades. El objetivo es poner más luces que en Nueva York, particularmente Nueva York. Alguien en este país dijo que su ciudad se convertía en la envidia de Nueva York, lo que le deja a uno algo perplejo. Me pregunto si no hay otras cosas en las que nos podría interesar más mirar a Nueva York, aprender y quizá intentar competir y que no sea esto. Pero es lo que hay.

Los que capitalizan estas acciones reciben beneficios, ya que consiguen un turismo de invierno que va dejando dinero en las ciudades y el político de turno consigue notoriedad y votos. Lo que pasa es que en medio del camino lo mismo nos estamos perdiendo, debido a que muchas de las ciudades que han entrado en esta carrera «luminosa» parecen olvidar que ya por sí solas tienen un patrimonio arquitectónico durante el día que es de obligada visita. Además, se puede iluminar de noche, utilizando incluso las fachadas para animaciones como ocurre en Madrid o en Santiago de Compostela, únicamente por poner un par de ejemplos. Quizá es solamente cuestión de anunciarlo un poco más. Se me pasan por la cabeza más ciudades de España que son un monumento en sí mismas y lo serían de noche y de día. Quizá no lo publicitan con el aparato mediático de otros.

Una vez el gran dramaturgo Tennessee Williams escribió sobre su propio país: «En Estados Unidos hay tres ciudades: Nueva York, San Francisco y Nueva Orleans. El resto es Cleveland». Con esto el autor hablaba de la escasa variedad en lo arquitectónico del país y, por tanto, una idea de por qué iluminan tanto sus calles cuando llegan ciertas fechas.

La Vieja Europa, por vieja y por sabia, debe saber vender «lo suyo» también de noche. De hecho, hay mercadillos navideños (preciosos por la noche) que utilizan plazas con monumentos en muchas ciudades, que se han hecho mundialmente famosos y que atraen a miles y miles de personas: Berlín, Belfast, Tallin, Zagreb, Dresde, Salzburgo, Núremberg… La lástima es que ninguno es español entre los 25 mejores. Al final, es una mezcla de inversión pública y privada sin que sea necesario ese dispendio.

Todo esto sin olvidar que la tradición judeo-cristiana nos aporta suficientes motivos como para organizar eventos en muchas esquinas de la ciudad (belenes estáticos o vivientes, por ejemplo).

Quede claro que no se pretende criticar el esfuerzo de un regidor que al final busca alegría para el público local y «hacer caja» con los que vengan de fuera, pero es que tanta colonización de lo de fuera nos puede llevar a olvidar las excelencias que tenemos para mostrar. De día y de noche.

En cualquier caso, sigue siendo algo curioso que midamos al político y hasta que algunos decidan sus votos, no por lo que a un político le es propio, que no es otra cosa que la gestión municipal o autonómica o la nacional. Esa, que si es buena, brilla con luz propia y no le hace falta enchufarse a la corriente a más de 300 euros MWh (cifra que alcanzó de 8 a 9 de la noche algún día de la tercera semana de diciembre en este año de luces y sombras que se nos acaba).

  • Tino de la Torre es empresario y escritor
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